Reflexión del Evangelio Domingo 25 de Mayo de 2025. 6º del Pascua.
Jesús: gestos, acciones y palabras
El amor fraterno es la señal por la que se reconocerá que somos discípulos de Jesús. Pero hay un matiz más en la vivencia del amor: «si alguien me ama, guardará mis palabras». La encarnación de Jesús puso las bases del Reino de Dios. Él manifestó su novedad con gestos, con acciones concretas y también con sus palabras; él mismo es la Palabra de Dios hecha carne. Hay una relación muy estrecha entre las tres manifestaciones. Quien ama a Jesús debe guardar sus palabras y debe también examinar detenidamente sus comportamientos; se completan y se explican mutuamente.
La relación más cercana entre palabra y acción se dio con la resurrección. Desde que Jesucristo resucitó nadie puede entrar en el Reino si no es por medio de Él. Y nada ni nadie puede impedir definitivamente que llegue a su plenitud el Reino de Dios.
Los deseos y los dones finales de Jesús
Jesús es realista. Ve a sus discípulos tristes y acobardados. Viven las últimas horas con su Maestro. ¿Qué sucederá cuando les falte? Les infunde ánimo descubriéndoles sus últimos deseos.
El primero es que no se olvide su mensaje, la Buena Noticia de Dios. Si le aman, esto es lo primero que han de cuidar: «el que me ama, guardará mi palabra…». ¿Qué hacemos nosotros con el Evangelio de Jesús? ¿Lo guardamos fielmente o lo manejamos según nuestros intereses? ¿Lo acogemos en nuestro corazón o lo vamos olvidando? ¿Lo presentamos con autenticidad o lo reconvertimos con nuestras doctrinas?
El segundo deseo va unido al anuncio de que el Padre enviará en su nombre un Defensor. No sentirán su ausencia. El Espíritu Santo los defenderá del riesgo de desviarse de él. Les explicará mejor todo lo que les ha enseñado. Les ayudará a profundizar cada vez más su Buena Noticia. Los educará en su estilo de vida. Los cristianos de hoy, ¿nos dejamos guiar por el Espíritu de Jesús? ¿Sabemos actualizar su Buena Noticia? ¿Hacia dónde nos impulsa hoy su aliento renovador?
Y el tercer deseo y don es la paz. La paz de Jesús es fruto de su unión íntima con el Padre. Nacerá en el corazón de los discípulos si acogen el Espíritu. Es la paz que han de contagiar siempre y nunca perderla.
¿Por qué es tan difícil la paz? ¿Por qué fracasa una y otra vez el diálogo? ¿Por qué se vuelve una y otra vez al enfrentamiento y a la agresión mutua? ¿Por qué se ponen tantos obstáculos a la concordia? Una cosa es cierta: No cualquier persona puede sembrar paz, solo quienes poseen paz pueden ponerla en la sociedad. Con el corazón lleno de resentimiento, de intolerancia, de dogmatismo, se puede movilizar a algunos sectores; con actitudes de prepotencia, de hostilidad, de agresión, se puede hacer política y propaganda electoral, pero no se puede aportar verdadera paz a la convivencia de las gentes.
Nos falta paz porque nos faltan hombres y mujeres de paz. Quienes la poseen en su corazón la llevan consigo y la difunden. Jesús nos dice: «Que no tiemble vuestro corazón ni se acobarde». Mucha gente tiene hambre de Jesús y de su paz. Estamos llamados a ser una Iglesia en salida, caminando juntos, en sinodalidad, hacia una Iglesia más fiel a Jesús y a su Evangelio, con cristianos que acojan el Espíritu de Dios, no pierdan la paz y la siembren.
Hacia la Ascensión y Pentecostés
Las de Jesús en las lecturas de hoy son palabras de despedida que nos acercan a vivir las próximas fiestas de la Ascensión y de Pentecostés. Son palabras que forman parte de un testamento, un tipo de manifestación que humanamente solemos considerar sagrada e inviolable como última voluntad. Son palabras que estamos lejos de vivirlas en plenitud, de cumplirlas. Él nos señala que no podemos pensar siquiera que le amamos si no guardamos sus palabras.
Él mismo nos recomienda a sus seguidores que roguemos
insistentemente a Dios para que nos conceda su Espíritu y para que éste nos
recuerde constantemente sus palabras y nos ayude a comprenderlas y a
profundizarlas. Son muchas las situaciones humanas necesitadas de paz
verdadera. Si nuestro amor a Jesús es verdadero, será guardando sus palabras
como caminaremos hacia la alegría de la paz que él nos da.
No hay comentarios:
Publicar un comentario