Reflexión del Evangelio del Domingo 21 de Enero de 2024. 3º del Tiempo Ordinario.
Se ha cumplido el tiempo de las
promesas. ¡El Reino de Dios está aquí! Convertíos y creed en el Evangelio. Son
las palabras con las que Jesús inaugura su ministerio público. Él quiere
revelar al mundo la presencia del Reino de Dios, la cual llama a la conversión
y a la fe en la Buena Nueva.
Para Jesús es apremiante que
todos conozcan y reconozcan en él el Evangelio de Dios, la Buena Nueva del
Reino de la que él es la manifestación visible y palpable. Para ello comienza
su misión escogiendo e invitando a cuatro de sus primeros colaboradores para
asegurar la continuidad de su misión: Simón y Andrés, por un lado, que,
«inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron» (Mc 1,18); y Santiago y Juan,
por otro lado, que también «dejando en la barca a su padre Zebedeo con los
jornaleros, se marcharon en pos de él (v 20)», asociándose a su proyecto de
«pescar hombres» para el Reino de Dios.
Efectivamente, participar en el
proyecto de Jesús, aceptar su llamada, conlleva ciertas exigencias: requiere,
por un lado, ponerse en camino y marchar en pos del Maestro; por otro lado,
supone aceptar las exigencias correlativas a este seguimiento: desprenderse de
todo: redes, casa, familia, … en definitiva, requiere dejarlo todo para
recibirlo todo de Él.
En cierto modo, esa es la misma
invitación que el apóstol Pablo hace a los cristianos de Corinto: «el momento
es apremiante, los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que
lloran, como si no lloraran...» (1Co 7,29-30).
Con esto Pablo no pretende,
evidentemente, despreciar el matrimonio...; no nos invita a dejar a nuestras
esposas o esposos, a renunciar a mantener lazos sociales o a eludir nuestras
responsabilidades porque el reino de Dios está cerca. El apóstol nos advierte
de la tentación de absolutizar las realidades terrenas, que son pasajeras. En
lugar de ello, propone a vivir a la luz del Señor Resucitado: «Habéis
resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba» (Col 3,1).
Cualquiera que sea nuestra
situación en la vida, y cualquiera que sea nuestra responsabilidad en la
sociedad, vivir como cristianos es vivir con la mirada fija en Jesús, en quien
se nos ha acercado el Reino de Dios.
La invitación a la conversión de
la primera lectura (cf. Jon 3,1-5.10) y del Evangelio de este domingo no
consiste en otra cosa que, en conformar nuestras realidades cotidianas, toda
nuestra vida, al Reino de Dios inaugurado por Cristo, cuyos valores son la
justicia, el amor, la paz, la verdad, la solidaridad, etc.
En el mundo actual, cada vez más
egoísta, más dividido y polarizado... Jesús se dirige a cada uno de nosotros y
nos interpela: ¡Necesito pescadores de hombres! Simón y Andrés, Santiago y Juan
«inmediatamente dejaron las redes y ... a su padre en la barca... y lo
siguieron», en sus recorridos por Palestina anunciando la Buena Nueva del
Reino.
Y tú, ¿Cuál es tu respuesta a la invitación de Jesús?, ¿Das testimonio con tus palabras y acciones de la realidad del Reinado de Dios?
Fr. Jesús Nguema Ndong Bindang
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