domingo, 4 de septiembre de 2016

UN PROYECTO MÁS ALTO


Homilía para el Domingo 4 de Septiembre de 2016. 23 del Tiempo Ordinario, C.

“¿Qué hombre conoce el designio de Dios, quién comprende lo que Dios quiere? Los pensamientos de los mortales son mezquinos y nuestros razonamientos son falibles” (Sab 9,13-14). Así comienza el texto del libro de la Sabiduría que hoy se proclama en la primera lectura de la misa.

Un poco más adelante, el texto nos recuerda que “apenas conocemos las cosas terrenas y con trabajo encontramos lo que está a mano”. Con mayor dificultad conoceremos las cosas del cielo. No es fácil adivinar el proyecto de Dios sobre nuestra vida.

Suponemos que tampoco Filemón entendería con facilidad que la huída de su esclavo podría ser para él una ocasión para descubrir el valor de todo ser humano y aun su propia grandeza y su verdadero señorío. San Pablo trató de hacérselo comprender en el breve escrito con que acompañaba el retorno del esclavo Onésimo.

EL SEGUIMIENTO

Mucho más difícil es comprender por qué Jesús invita a dejarlo todo para seguirle a él: “Si alguno se viene conmigo y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío” (Lc 14, 26).

El Papa Francisco ha comentado estas palabras diciendo: “Jesús insiste acerca de las condiciones para ser sus discípulos: no anteponer nada al amor por él, cargar la propia cruz y seguirle. Jesús no quiere engañar a nadie”. Esa es la clave: no anteponer nada al amor de Jesús. Para el discípulo nada es tan imprtante como el mensaje del Maestro.

Evidentemente, Jesús no niega el valor de la familia. Ni propone un masoquismo absurdo e inhumano. Pero trata de dejar muy claro que seguirle a él exigirá siempre un auténtico sacrificio. No es fácil dejar a un lado todo lo que consideramos valioso. No es fácil seguirle a él por un camino que lleva hasta la cruz.

LA CRUZ

Todos los que tratamos de seguirle por el camino, recordemos que la propuesta de Jesús es clara y terminante:

- “Quien no lleve su cruz detrás de mí no puede ser discípulo mío”. El mismo Papa Francisco nos ha recordado que “seguir a Jesús no significa participar en un cortejo triunfal. Significa entrar en su gran obra de misericordia, de perdón, de amor. Y este perdón, esta misericordia, pasa a través de la cruz.”

- “Quien no lleve su cruz destrás de mí no puede ser discípulo mío”. Ser discípulo de este Maestro no significa tan sólo conocer su filosofía y su doctrina. Implica vivir como él y estar dispuestos a morir con él. La fe no nace de un aprendizaje teórico. Brota de un encuentro personal que compromete toda la vida.

Señor Jesús, de sobra sabemos que nuestros proyectos reflejan un ideal de comodidad. Pero tú nos presentas un proyecto más alto y nos invitas a seguirte. Ayúdanos a aceptar nuestra cruz de cada día como una parte de la tuya. Bendito seas por siempre, Señor. Amén.

D. José-Román Flecha Andrés

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