Homilía Domingo 5 de
junio de 2016, Tiempo Ordinario, C.
“¡Ahora reconozco que eres un
hombre de Dios y que la palabra del Señor en tu boca es verdad!”. Con estas
palabras se dirige una pobre viuda al profeta Elías. Ella le había ofrecido
hospitalidad y él devuelve la vida al hijo de aquella extranjera de las tierras
de Sarepta (1 Re 17.24).
- El relato es muy interesante
por varios conceptos. En primer lugar nos dice que la voz de Dios es eficaz en
todas partes, que él se muestra misericordioso también con los paganos y que el
gran signo de Dios es la promoción y la defensa de la vida humana.
- Por otra parte, la viuda de
Sarepta tiene una concepción equivocada de Dios y su justicia, puesto que
atribuye la muerte de su hijo a sus propios pecados. Pero el profeta no trata
de adoctrinarla con discursos o lecciones. Son los gestos de misericordia los
que mueven el corazón a confesar la fe.
- Finalmente, esta mujer pagana
no está atada a los estereotipos habituales. Tiene la grandeza de ánimo
suficiente para reconocer en su huésped a un profeta. Y en el profeta acepta al
Dios del profeta. En medio de un mundo de paganos se nos sugiere que ella no se
avergüenza de su fe.
EL DUELO Y LA MISERICORDIA
En la segunda lectura de la misa
de este domingo 10º del tiempo ordinario, Pablo da cuenta de su propia misión a
los cristianos de Galacia. Es una misión que no nace de su voluntad, sino de la
gracia de Dios, que le envía a anunciar el Evangelio. Un Evangelio que no es
aprendido de los hombres, sino revelado por Jesucristo (Gál 1,11-19).
- En el evangelio de hoy, Jesús
se nos muestra lleno de compasión y de misericordia hacia una mujer viuda que
ha perdido a su hijo (Lc 7,11-17). Comenta Juan de Maldonado que “no hemos de
esperar a que los pobres y afligidos nos pidan ayuda a voces”.
- Jesús se limita a decirle a la
mujer “No llores”. El mismo Maldonado comenta que otras muchas personas le
habrían dirigido palabras semejantes. Pero Jesús “le deja entrever de alguna
manera la esperanza de que su hijo resucitaría”.
- Jesús tocó el féretro, con lo
cual quedaba legalmente impuro según declaraba la Ley (Lev 21,1). Pero para él
es más impotante el ejercicio de la misericordia que la preservación de la
pureza legal. Él es el Señor de la ley porque es el Señor del amor.
LA PALABRA DE VIDA
Jesús devuelve la vida al joven
muerto en el pueblecito de Naím. Pero no se la devuelve por el simple tacto del
féretro, que solo tiene por finalidad detener el cortejo, sino por la palabra
de vida que sale de sus labios.
- “Joven, a ti te lo digo,
levántate”. Jesús invita a nuestros jóvenes a levantarse para vivir una fe
valiente y gozosa, aun a contracorriente de las opiniones e imposiciones.
- “Joven, a ti te lo digo,
levántate”. Jesús invita a hombres y mujeres, creyentes o no, a levantarse para
vivir una esperanza generosa y activa, buscando la fraternidad y la justicia.
- “Joven, a ti te lo digo,
levántate”. Jesús nos invita a todos, especialmente a los cristianos, a
levantarnos para vivir en el amor y para dar testimonio de la misericordia.
Señor Jesús, sabemos que tú
eres el profeta enviado por Dios. Creemos que eres el Hijo de Dios. Confesamos
que eres el Señor de la vida. Con tu ayuda esperamos luchar para superar esta
cultura de muerte que nos paraliza y adormece. Porque tú vives y reinas y nos
esperas, ahora y por los siglos. Amén.
D. José-Román Flecha Andrés
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