Homilía Domingo 16 de Noviembre de 2014. 33 Tiempo Ordinario A
“Una mujer hacendosa ¿quién la
hallará?…Cantadle por el éxito de su trabajo, que sus obras la alaben en la
plaza” Merece la pena volver a leer este elogio de la mujer trabajadora que se
encuentra en el libro de los Proverbios (31, 10-31). Se dice que estas palabras
pueden aplicarse a la sabiduría, que es la fuente de la verdadera riqueza y de
la felicidad.
Pero este texto incluye también
una alabanza al valor del trabajo humano, aquí reflejado en la dedicación de
una mujer al esplendor de su casa y al bienestar de su familia, el trabajo es
visto con frecuencia como una maldición. Pero bien sabemos cuánto dolor y
disgusto ocasiona a la persona verse privada de él.
La imagen de la mujer trabajadora
es un hermoso canto a las posibilidades humanas de colaborar con la obra divina
de la creación. Esta imagen nos invita, además, a reflexionar sobre el trabajo
vínculo social y familiar. Laborar es siempre colaborar. Y una gran parte de la
felicidad que el trabajo comporta es precisamente la de servir al amor mutuo.
LOS TALENTOS
En el evangelio que se proclama
en este domingo se recoge la parábola de los talentos. (Mt 25,14-30). Por su
situación, entre la parábola de las doncellas invitadas a la boda y la profecía
del juicio final, este texto se nos presenta como una preciosa lección sobre la
esperanza cristiana y las actitudes que comporta.
Con demasiada frecuencia se ha
acusado a los cristianos de vivir mirando al cielo, de forma que ignoran lo que
ocurre en este suelo. Pero esa acusación no puede responder a la verdad. Como
recordó el Concilio Vaticano II, la mirada orientada hacia el más allá no nos
impide observar las realidades y los desafíos que se nos presentan en el más
acá.
La esperanza cristiana no
justifica la pereza del criado que ha recibido de su amo un talento y lo
esconde en la tierra. Precisamente el que presume de conocer a su señor es el
que no hace nada por aumentar el capital que le ha sido confiado. O por
reclutar a otros hermanos para la vida del Evangelio, que eso es lo que
significa negociar con los talentos recibidos.
EL BANQUETE
“Muy bien. Eres un empleado fiel
y cumplidor. Como has sido fiel en lo poco, te daré un cargo importante. Pasa
al banquete de tu Señor”. Así habla el Señor a los criados que han redoblado
los talentos que Él les entregó.
“Muy bien. Eres un empleado fiel
y cumplidor”. Nosotros no somos los dueños del Evangelio. El Señor es el dueño,
nosotros somos sus empleados. Estamos al servicio de Aquel que es nuestro
Señor. Él espera de nosotros que aceptemos fielmente su encargo.
“Como has sido fiel en lo poco,
te daré un cargo importante”. La Biblia presenta una y otra vez la fidelidad
como uno de los atributos de Dios y de Jesucristo. Es también nuestra vocación.
En realidad, toda nuestra fidelidad es bien poca cosa comparada con la suya.
“Pasa al banquete de tu Señor”.
El Señor no se deja ganar en generosidad. Nuestra fidelidad en las pequeñas
tareas a favor del Evangelio recibirá un premio inefable. El banquete es la
imagen adecuada para reflejar la felicidad de la intimidad con el mismo Dios.
- Padre nuestro celestial, tú nos
has encomendado los tesoros de tu reino, el anuncio del evangelio y la tarea de
promover la fraternidad en esta tierra. Danos fuerza para cumplir tu encargo,
puesto que así enciendes nuestra esperanza. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
D. José Ramón Flecha Andrés
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