Con motivo de la Festividad de San Francisco de Asís y en homenaje a la labor que las Religiosas Franciscanas vienen ejerciendo en Villa del Río desde hace casi un siglo traemos esta preciosa oración del Santo Franciscano.
EL CÁNTICO DE LAS CRIATURAS
Altísimo y omnipotente buen
Señor,
tuyas son las alabanzas,
la gloria y el honor y toda
bendición.
A ti solo, Altísimo, te convienen
y ningún hombre es digno de
nombrarte.
Alabado seas, mi Señor,
en todas tus criaturas,
especialmente en el Señor hermano
sol,
por quien nos das el día y nos
iluminas.
Y es bello y radiante con gran
esplendor,
de ti, Altísimo, lleva
significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las
estrellas,
en el cielo las formaste claras y
preciosas y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el
hermano viento
y por el aire y la nube y el
cielo sereno y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas
das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por el
hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello y alegre y vigoroso y
fuerte.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre
tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con
coloridas flores y hierbas.
Alabado seas, mi Señor,
por aquellos que perdonan por tu
amor,
y sufren enfermedad y
tribulación;
bienaventurados los que las
sufran en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados
serán.
Alabado seas, mi Señor,
por nuestra hermana muerte
corporal,
de la cual ningún hombre viviente
puede escapar.
Ay de aquellos que mueran
en pecado mortal.
Bienaventurados a los que
encontrará
en tu santísima voluntad
porque la muerte segunda no les
hará mal.
Alaben y bendigan a mi Señor
y denle gracias y sírvanle con
gran humildad.
Esta bella oración de San Francisco
es conocida por varios nombres: Cántico de las Criaturas, Alabanzas de las
Criaturas e Himno de la Hermana Muerte. Fue escrito en romance umbro (la tierra
del santo) y se lo considera el primer poema en la lengua italiana. Se lo
celebró como "el más bello trozo de poesía religiosa después de los
Evangelios" y "la expresión más completa y lírica del alma y de la
espiritualidad de Francisco". La fecha de su composición es el otoño de
1225, posiblemente en San Damián. La estrofa sobre el perdón la redactó con
ocasión de una controversia entre el Podestá de Asís, primera autoridad de la
ciudad, y el Obispo, reconciliándolos. Y la última, sobre la hermana muerte, la
compuso en octubre de 1226.
Las circunstancias físicas en que
se hallaba el Pequeñuelo obvian los comentarios y provocan las conclusiones:
desangrado por los estigmas, casi ciego, enfermo del hígado, desnutrido y
afiebrado. Por el contrario, su vida interior estaba en la mejor salud. Dios
había querido recordar a los hombres la pasión de su Hijo a través del cuerpo
del Pequeñuelo y, como sólo desde la cruz se preludia la alegría de la Pascua,
a la hora de cantar el "aleluya". Ninguno mejor que Francisco.
Lo cantó por todos, por ti y por
mi; por los hombres y los astros; por las criaturas y las plantas; por toda
esta naturaleza que Cristo reconcilió y pacificó en su cruz. Francisco
interpretó el silencioso canto que toda la creación le tributa a Dios, y la
silenciosa melodía que Dios canta en la creación. Y lo hizo porque ocupaba el
último lugar, y así pudo ser el primero. Porque era el más humilde de los
siervos, y esto le permitió comprender como nadie la grandeza de su Señor.
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