Homilía para el Domingo 8 de Junio de 2014, Festividad de Pentecostés
En la exhortación La alegría del Evangelio, el Papa Francisco nos
dice que “una evangelización con espíritu es una evangelización con Espíritu
Santo, ya que Él es el alma de la Iglesia evangelizadora” (n. 261).
Según el libro de los Hechos de
los Apóstoles que hoy se lee en la liturgia (Hch 2,1-11), durante la fiesta
judía de Pentecostés, los pocos seguidores de Jesús estaban reunidos en un
mismo lugar. Junto al huracán que resonó en toda la casa, aparecieron unas
lenguas como de fuego, repartidas sobre cada uno de ellos. “Todos quedaron
llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu
les daba que hablasen”.
El Espíritu de Dios cambió a los
miedosos y egoístas discípulos de Jesús en valientes y generosos testigos de su
resurrección y de su mensaje. El Espíritu de Dios es Espíritu de amor. Y el
amor se hace comprensible en todas las lenguas.
FIESTA DEL ENVÍO
El evangelio (Jn 20,19-23) nos
recuerda que ya el mismo día de su resurrección, Jesús se apareció a sus
discípulos, les deseó la paz y, al mostrarles sus llagas, “ellos se alegraron
de ver a Jesús”. La paz y la alegría son los primeros regalos del Resucitado.
Pero el gran regalo, el “altísimo
don de Dios” es su Santo Espíritu. Sin el Espíritu es imposible vivir la
alegría del Evangelio. Si no se nos da el Espíritu no podremos reconocer al
Señor Resucitado. Si no acogemos con fe al Espíritu de Dios, no podremos vivir
el gran regalo del perdón.
El Espíritu de Dios es principio
de vida y de gracia, fuente de amor y de concordia, prenda de verdad y de caridad fraterna. El
Espíritu remueve la fe y la esperanza de los discípulos de Jesús y está
presente en la Iglesia, guiándola hacia el amor y la verdad. Ignorar al
Espíritu es ignorar al Padre de los cielos e ignorar las claves de la misión de
Jesús.
Pentecostés es la fiesta de la
misión, es decir, la fiesta del envío de los creyentes. Como el Padre envió a
Jesús, también él nos envía a nosotros por los caminos del mundo.
FIESTA DEL PERDÓN
Tras el saludo, Jesús Resucitado
sopló sobre sus discípulos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes
perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis,
les quedarán sin perdonar”.
• “Recibid el Espíritu Santo”. No
somos los discípulos los que creamos la vida, los que inventamos la verdad, los
que producimos el amor. El Espíritu de Dios es su don por excelencia. Es la
fuente de todos los dones.
• “A quienes perdonéis los
pecados, les quedarán perdonados”. Todos necesitamos pedir y recibir
humildemente el perdón de Dios. Sólo así podremos nosotros transmitirlo con
generosidad y con esperanza a los demás.
• “A quienes no se los perdonéis,
les quedarán sin perdonar”. Si conocemos nuestra fragilidad, será difícil ser
perdonados y perdonar. Pero el Señor entrega a su Iglesia la responsabilidad de
discernir entre el bien y el mal.
- Señor Jesús, agradecemos el don
de tu Espíritu. Deseamos que él nos conduzca hasta la verdad plena y al amor
compasivo y creativo que tú nos has mostrado con tu vida, con tu muerte y tu
resurrección. Amén.
D. José-Román Flecha
Andrés
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