Homilía para el Domingo 4 de Mayo de 2014. 3º de
Pascua, ciclo A.
El discurso que el día de
Pentecostés dirige Pedro a los judíos y habitantes de Jerusalén es un
espléndido resumen de la catequesis cristiana de todos los tiempos. En él se
distinguen claramente tres momentos
sucesivos.
- En primer lugar, el Apóstol
evoca el recuerdo de la misión y la obra de Jesús. No puede olvidar que Dios lo
acreditó por medio de milagros, de signos y de prodigios que todos pudieron
ver.
- Además, Pedro evoca a dos
actores del drama de la Pascua. Por una
parte, están sus oyentes, que
llevaron a Jesús a una muerte de
Cruz. Y por otra parte, está Dios, que
lo resucitó de entre los muertos.
- Y, finalmente, Pedro asume el
protagonismo que corresponde a los creyentes. De hecho, afirma que de esa
resurrección del Mesías son testigos los discípulos que han recibido el
Espíritu Santo.
EL DESALIENTO
También el evangelio que hoy se
proclama es un bello resumen de la catequesis cristiana (Lc 24, 13-36). Ya
había sido descubierto el sepulcro vacío. Ya las mujeres habían inquietado a la
pequeña comunidad, al anunciar que no se encontraba el cuerpo de Jesús. Ya
corrían los rumores… Pero ellos habían tomado ya su decisión de alejarse de
Jerusalén.
Hoy muchos se parecen a Cleofás y
al otro discípulo. Parecen haber perdido la fe. Están desalentados y no buscan
más razones ni más pruebas. Simplemente se alejan… Pero los dos discípulos que
caminan hacia Emaús son alcanzados por otro caminante. Un forastero que parece
ignorar todo lo que ha ocurrido en Jerusalén.
Los peregrinos pronuncian una frase
muy significativa: “Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de
Israel”. He ahí una de las claves del relato. El camino de Emaús es la
confesión de una fe demasiado terrena y de una ilusión frustrada… Pero los
discípulos todavía conservan la capacidad para escuchar y aceptar una
corrección.
LA ESPERANZA
También hoy el peregrino acepta
compartir con nosotros unos alimentos que apenas pueden calmar nuestra hambre.
Pero entre sus manos, el pan adquiere el significado de la vida que Él nos ha
dado con su palabra y que esperamos compartir con él para siempre. Y nosotros
reflexionamos sobre nuestra experiencia de fe.
• En el camino de Emaús nos
encontramos cuando huimos de la comunidad de los creyentes, pero también cuando
regresamos a ella con la experiencia del encuentro con el Señor.
• En el camino de Emaús
compartimos nuestra desilusión, pero también podemos recobrar la luz de la fe y
la grandeza de la esperanza.
• En el camino de Emaús olvidamos
la primera vocación, pero también podemos reconocer la voz del Señor que nos
interpela desde las Escrituras santas.
El Papa Francisco nos dice en su
exhortación La Alegría del Evangelio (n.
266): “No es lo mismo haber conocido a Jesús que no conocerlo; no es lo mismo
caminar con él que caminar a tientas; no es lo mismo poder escucharlo que
ignorar su Palabra; no es lo mismo poder contemplarlo, adorarlo, descansar en
él que no poder hacerlo. No es lo mismo tratar de construir el mundo con su
Evangelio que hacerlo solo con la propia razón”.
- Señor Jesucristo, por medio de
ti, nosotros creemos en Dios, que te resucitó y te glorificó. Gracias a ti,
nuestra fe y nuestra esperanza están puestas en Dios. Ayúdanos a reconocerte vivo y presente entre nosotros y
envíanos a anunciar tu resurrección a todos nuestros hermanos. Amén.
D. José-Román Flecha
Andrés
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