Reflexión del Evangelio Domingo 12 de Octubre de 2025. 28º del Tiempo Ordinario.
Alabar, bendecir.
El Arca es trasladada al lugar que había sido preparado
(1Cron 15, 3). La religiosidad del pueblo no es tanto el hecho de sacrificar
animales, sino en la ofrenda de la alabanza: manifestación del aprecio y la
admiración por el Señor, poniendo de relieve sus cualidades… Por tanto, la
alabanza es también poner en práctica, adquirir, considerar, tener presente
aquello que admiramos, aquello en lo que creemos, aquello con lo que definimos
nuestra fe y el seguimiento del Señor.
Alabar, admirar, contemplar, ponerse a disposición, entrega
de uno mismo, compartir. Este es el contexto de la alegría, sentimiento en el
que nace y se vive el agradecimiento y se reconoce y expresa la bendición,
actitud favorable, “bien-decir”, “el contexto del amor.” “Y Dios los bendijo…”
(Gen 1,22. 28) y así lo creado crece, se multiplica, adquiere su identidad, es
consciente de sus capacidades y para lo que está creado. Toda actitud favorable
hacia los hermanos es reconocer y motivar a
ser lo que cada uno es.
“Pero María lo conservaba y meditaba todo en su corazón” (Lc
2,19). No sólo aceptaba, sino que lo guardaba en su memoria y en su corazón.
Aprendía y respetaba la realidad del prójimo. Es una forma de valorar la
libertad de los hijos de Dios.
"Perseveraban unánimes en la oración"
Los hombres y las mujeres, también estaba María, la madre de
Jesús (Hch 1,14). Sin discriminación alguna, los hombres y las mujeres,
discípulos y discípulas, eran responsables de llevar a cabo la misión de Jesús.
En el texto de Hechos se destaca la figura de María que estaba allí. La Iglesia
estaba naciendo y esa Iglesia que nacía la formaban todos: hombres y mujeres,
los discípulos, María y sus parientes.
No se puede ignorar el contexto donde se da esta experiencia
de los discípulos. Contexto de fracaso, desilusión, pérdida…. Regresaban del monte de los Olivos. El dolor nos hace
más sensibles y conscientes de la soledad… nos necesitamos. Regresaban y se
buscaban, se necesitaban. Compartir es una vía para resolver cómo aceptar y
entender lo que ha pasado, lo que pasa… “Cuando llegaron, subieron al piso
superior donde se alojaban…” (Hch 1, 13). “Todos persistían unánimes en la
oración.” (Hch 1,14b)
Los reunidos en nombre del Señor se saben pertenecientes y en
común comparten y expresan sus sentimientos propios de su fe en el Señor y
necesitan expresarlo: “Todos persistían unánimes en la oración”.
María, también perteneciente, fue la madre de Jesús de
Nazaret, también fue discípula, ejemplo de fe y obediencia a Dios.
"Bienaventurados los que escuchan la palaba de Dios y la
cumplen"
Escuchar, disposición para percibir, conocer; se hace con los sentidos. “Los sentidos de nuestro cuerpo nos abren a la presencia de Dios en el instante del mundo” (J. Tolentino).
Necesitamos escuchar porque el objetivo no es convertirse en
una determinada clase de persona a base de un método determinado que se lleva a
cabo porque así se nos dice, está mandado. Necesitamos escuchar para “ser
persona”, no un “tipo de persona”, sino el ser humano que Cristo crea en
nosotros.
Necesitamos escuchar la palabra de Dios (La Palabra se hizo
carne y habito entre nosotros. Jn 1,14. El verbo se convierte en Jesucristo,
asumiendo la naturaleza humana y viviendo entre las personas) y cumplirla. ¿Qué
significa aquí eso de cumplirla?
Dos versiones: 1.-Cumplir, para quedar bien, tranquilizar la
conciencia… “¡he hecho lo que me han mandado!” que es como una forma de decir
no me pidas responsabilidades. 2.-
Cumplir, en el sentido de sentirse motivado para servir, buscar el bien, hacer
posible lo que mis sentidos descubren (han escuchado) y nos comprometemos,
porque esa realidad despierta lo que cada uno es y permite “ser persona”, el
ser humano que Cristo crea en nosotros.
Bienaventurados, dichosos, cuando estamos en camino, porque
estamos en camino, y podemos hacer realidad, participar, de la dicha. La
felicidad se hace patente, se experimenta, es alegría. Hacer de la fe, la
esperanza y la caridad, nuestra realidad: ¡Bienaventurados!
Para la reflexión
En cada uno, ¿Cómo es ese “contexto del amor”? ¿Qué nos mueve
a servir al prójimo? y/o ¿Qué nos impide servir al prójimo?
¿Reconozco y acepto que necesito de los demás?
Saberse perteneciente: ¿Cómo me dispongo, me enfrento, a esa
realidad, esa necesidad, de saberse perteneciente?
Distinguir entre imponer y servir. Cuando no escuchamos,
imponemos; cuando escuchamos podemos conocer mejor y podemos servir. ¿Cuál es mi tendencia?
El amor es tal cuando nos hace capaces de servir, buscar el
bien del otro, conocer y consecuentemente conocernos. ¡Bienaventurados!
No hay comentarios:
Publicar un comentario