viernes, 31 de octubre de 2025

LA VIRGEN SE VISTE DE LUTO

 

Ya en vísperas de la Celebración de Todos los Santos y de la Conmemoración de los Fieles Difuntos, la Madre de los Villarrenses en su advocación de la Soledad, los Dolores, la Paz y Esperanza, y el Amor han sido ataviadas con el luto característico de estas fechas. También la imagen de Santa Mª Magdalena.

Que la Virgen medie por todos nuestros hermanos que ya gozan de la presencia de Jesús vivo y Resucitado.

domingo, 26 de octubre de 2025

LA ORACIÓN VERDADERA

 

Hace tan solo unas horas se cerraban las puertas de la Parroquia tras una tarde-noche intensa de Misión de la Hermandad del Huerto en la Barriada de Cabrera y Huertos Familiares.

Cuando las cosas se hacen con amor, este se intensifica, eso mismo ha venido a regalarnos la Cofradía de Jueves Santo que rememoraba a las 6 de la tarde su salida de la capilla franciscana.
El Señor con túnica malva y mantolin rojo abría sus brazos implorante pidiendo que su Padre Dios aparte el cáliz que ha de beber. Como hombre, sintió el miedo, la tentación, la impotencia, y como bien ha narrado el párroco D. Jeremías uniendo el momento de Getsemaní al evangelio de hoy, nos ha hecho cuestionar cómo es nuestra oración…¿sincera o de cara al público?
La Plaza del Cantaor Joaquín Garrido esperaba engalanada y los vecinos han vivido con alegría la llegada del Señor.
Tras la Santa Misa, el cortejo ha discurrido por la Avenida Andalucía hasta llegar a Juan Ramon Jiménez enfilando camino a la parroquia con los sones sublimes del Trio de Capilla de la la AMC Puente Romano de Villa del Río.
La Agrupación de HH.CC. quiere dar la enhorabuena y agradecer públicamente el inmenso esfuerzo personal y económico de la Hermandad del Huerto, así como la colaboración y el cariño vecinal, el trabajo de la Policía Local y Protección Civil. Como no podía ser de otra manera, también al Ilmo. Ayuntamiento de Villa del Río.

sábado, 25 de octubre de 2025

“NO SE ATREVÍA NI A LEVANTAR LOS OJOS AL CIELO"


Reflexión del Evangelio Domingo 26 de Octubre de 2025. 30º del Tiempo Ordinario.

Los gritos del pobre atraviesan las nubes

Nuestro Dios es así. Siente especial predilección por los más desprotegidos y desfavorecidos. El pobre en este caso no es el que no tiene dinero, sino el que sabe que es pobre en virtud, porque no corresponde a lo que Dios quiere de él. Pero de nuevo este vacío no basta, sino que más bien se precisa: el pobre que sirve a Dios «consigue el favor del Señor».

Se trata de un servicio en la humildad del «siervo pobre», pero no de la espera ociosa del «empleado negligente y holgazán» que esconde bajo tierra su talento. Es el servicio que se presta sabiendo que se trabaja con el talento regalado por Dios, y que se confía para que realmente produzca frutos para el Señor. A este pobre Dios le hará «justicia» como «juez justo» que es.

Ahora me aguarda la corona merecida

La segunda lectura, continuación de la proclamada el domingo anterior, muestra a Pablo en prisión y ante los tribunales. Él es el pobre que no tiene ya ninguna perspectiva terrena, porque su muerte es inminente, y que sin embargo «ha combatido bien su combate», no sólo cuando era libre, sino también ahora, en su pobreza actual, pues todos le han abandonado. Pero su autodefensa ante el tribunal se convierte precisamente en su último y decisivo «anuncio», el mensaje que oirán «todos los gentiles».

Al dar gloria sólo a Dios (como el publicano del templo), el Señor le «salvará y le llevará a su reino del cielo». El publicano que sube al templo a orar queda «justificado», Pablo recibe la «corona de la justicia», y ciertamente, como él mismo repitió incansablemente, no de su propia justicia, sino de la justicia de Dios.

El publicano bajo a su casa justificado; el fariseo no

Un fariseo y un publicano son los dos personajes que Jesús toma como ejemplo, para destacar diversos comportamientos en las relaciones con Dios.

El fariseo va al templo y se pone adelante, bien a la vista, erguido en la parte delantera, como si el templo le perteneciera, y reza de tal manera que, más que un diálogo con Dios hace un soliloquio: él está convencido no solamente de cumplir con las normas de la ley, sino que, incluso, hace más de lo estrictamente necesario. En consecuencia, no tiene nada que pedir al Señor. Su oración no es más que una lista de méritos que solamente subraya su propia arrogancia. Transita por un camino que conduce directamente al encuentro de si mismo, pero ese es precisamente el camino que lleva a la perdida de Dios.

El comportamiento del publicano es de signo contrario y Jesús lo describe con evidente aprobación. Él también sube al templo, pero entra discretamente, se detiene a la distancia, se queda atrás, como si no quisiera profanar el lugar con su presencia, puesto que es consciente de la propia situación de pecado. No se atreve ni a levantar los ojos al cielo, porque entiende que no tiene nada que presentar a Dios. Su humilde conducta y la súplica que dirige a Dios denotan un corazón lacerado por el dolor de haberlo ofendido, motivo por el cual implora el perdón divino. Es un perdón que sin duda Dios le da, puesto que Jesús asegura que el publicano volvió a casa justificado, porque “cualquiera que se exalta será humillado y el que se humilla será exaltado” (Lc 18, 14).

Pero esta conclusión de Jesús desafía las expectativas de sus oyentes: en esta declaración, Jesús invierte los valores sociales y religiosos de su época. La justicia, viene a decir, no proviene de las obras o de una autoevaluación favorable, sino de la gracia de Dios y de un corazón humilde. El fariseo, a pesar de su aparente religiosidad, no es justificado, mientras que el publicano, con su arrepentimiento sincero, sí lo es.

Una conclusión práctica para nuestra propia vida podría ser ésta. Muy pocas personas (tal vez nadie) están siempre del lado del fariseo o siempre del lado del publicano, esto es, son siempre justos en todo o pecadores en todo. La mayoría tenemos algo de uno y algo del otro. Lo peor sería comportarnos como el publicano en la vida y como el fariseo en el templo. Los publicanos eran pecadores, hombres sin escrúpulos que ponían dinero y negocios por encima de todo; los fariseos, al contrario, eran, en la vida práctica, muy austeros y observantes de la Ley. Nos parecemos, por lo tanto, al publicano en la vida y al fariseo en el templo si, como el publicano, somos pecadores y, como el fariseo, nos creemos justos.

Pero si asumimos que tenemos un poco del uno y del otro, entonces tenemos que intentar que al menos sea al revés: ¡fariseos en la vida y publicanos en el templo! Como el fariseo, procuremos no ser en la vida ladrones e injustos, busquemos observar los mandamientos y pagar los impuestos; como el publicano, reconozcamos, cuando estamos en presencia de Dios, que lo poco que hemos hecho es todo don suyo, e imploremos, para nosotros y para todos, su misericordia.

Buen día hoy para buscar un momento y preguntarnos cómo es nuestra oración, qué calidad tiene nuestra relación con Dios, a cuál de los dos protagonistas del evangelio de hoy nos parecemos más…

domingo, 19 de octubre de 2025

“DIOS, ¿NO HARÁ JUSTICIA A SUS ELEGIDOS QUE CLAMAN ANTE ÉL DÍA Y NOCHE"”

Reflexión del Evangelio Domingo, 19 de Octubre de 2025. 29º del Tiempo Ordinario.

El Señor sigue enseñando a sus discípulos y también a nosotros cada día, cada vez que nos acercamos a su Palabra y le escuchamos. En el evangelio de este domingo, Jesús, que nos conoce bien, a través de una parábola, nos enseña cómo debemos orar siempre, sin desfallecer, sin desanimarnos.

Es preciso que comencemos por reflexionar brevemente sobre el papel o significado de la oración, en nuestro tiempo. Quizá estamos anclados en una concepción meramente utilitarista de la oración: ¿para qué sirve rezar? Hacemos esta pregunta desde el contexto de nuestra vida en la que cuenta tanto la eficacia, la obtención de resultados de forma inmediata. ¿No será acaso la oración algo inútil o una pérdida de tiempo?

Estamos en un error si pensamos que la oración solo es eficaz cuando conseguimos lo que pedimos a Dios. La verdadera oración cristiana es la expresión de nuestra relación con Dios, una relación llena de confianza en el Padre, al estilo de Jesús mismo. Y una oración que nos ayuda, en definitiva, a vivir en cercanía con nuestros hermanos, a ser más creyentes y más humanos. En la oración ponemos nuestro corazón a la escucha de Dios, y también nos ayuda a escuchar a nuestro prójimo.

Pero tratando este tema de la oración, no podemos olvidar que una de las objeciones más serias que se plantean en la religión y sobre la misma existencia de Dios es su silencio o indiferencia ante el sufrimiento del ser humano. ¡Cuántas veces hemos oído a muchos creyentes la queja de que Dios no escucha las peticiones y los ruegos que se le dirigen! Esta experiencia ha llevado a muchos a dejar de creer en un Dios que parece desentenderse de nosotros, que no nos cuida.

En la humanidad de antes y de ahora, siempre ha habido mucho sufrimiento. Y a Dios se le sigue acusando de su silencio, de permanecer callado. Los creyentes no podemos caer en esta tentación. Es preciso recordar que Dios nos ha hablado definitivamente a través de su Hijo encarnado, corriendo nuestra misma suerte, asumiendo la vulnerabilidad de nuestra condición humana. El propio Jesús murió experimentando ese silencio de Dios, pero habiendo puesto su confianza en el Padre a lo largo de toda su vida; también sintiéndose acompañado por Él en el momento supremo de la cruz: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.

Así ha de ser también inquebrantable nuestra fe y confianza en Dios y en su salvación. Porque Él siempre hace justicia. Nos lo deja bien claro el texto de la parábola y la imagen bíblica de la viuda sola y desamparada, que solo reclama justicia.

Hemos de reconocer que, en el mundo de hoy, una gran parte de la humanidad, hombres y mujeres de toda condición, raza, religión… siguen reclamando no caprichos, sino más paz, justicia, derechos y dignidad. ¡Esa espera se les tiene que hacer muy larga! Y esta realidad nos debe hacer examinar si nuestra oración no se centra demasiadas veces en nosotros, y nuestros intereses particulares, olvidándonos de pedir por nuestros hermanos que más sufren en el mundo.

Según la parábola, Dios no es ese tipo de juez, conoce muy bien las injusticias y el dolor que sufren los más pobres y vulnerables. Jesús conoce bien al Padre y nos traslada que Dios siempre está de parte de los más débiles, de los que no pueden defenderse. Por eso nos recuerda a sus discípulos que los más desvalidos son quienes ocupan preferentemente el corazón de Dios Padre.

La Palabra de este domingo nos recuerda fuertemente que una oración perseverante y confiada debe ser necesariamente una oración de sensibilidad y preocupación por los débiles y por los pobres, y que esa preocupación debe expresarse administrándoles justicia.

¿En nuestra oración están presentes los pobres del mundo y sus necesidades?

Dios no da largas, a quien acude a él día y noche. Hace justicia sin tardar. Pero… ¿encontrará esta fe en la tierra?

En esta eucaristía pedimos de nuevo a Jesús: “¡Señor, enséñanos a orar!” y unimos nuestras súplicas a las de él.

Dominicos

sábado, 11 de octubre de 2025

"BIENAVENTURADOS LOS QUE ESCUCHAN LA PALABRA DE DIOS Y LA CUMPLEN"


Reflexión del Evangelio Domingo 12 de Octubre de 2025. 28º del Tiempo Ordinario.

Alabar, bendecir.

El Arca es trasladada al lugar que había sido preparado (1Cron 15, 3). La religiosidad del pueblo no es tanto el hecho de sacrificar animales, sino en la ofrenda de la alabanza: manifestación del aprecio y la admiración por el Señor, poniendo de relieve sus cualidades… Por tanto, la alabanza es también poner en práctica, adquirir, considerar, tener presente aquello que admiramos, aquello en lo que creemos, aquello con lo que definimos nuestra fe y el seguimiento del Señor.

Alabar, admirar, contemplar, ponerse a disposición, entrega de uno mismo, compartir. Este es el contexto de la alegría, sentimiento en el que nace y se vive el agradecimiento y se reconoce y expresa la bendición, actitud favorable, “bien-decir”, “el contexto del amor.” “Y Dios los bendijo…” (Gen 1,22. 28) y así lo creado crece, se multiplica, adquiere su identidad, es consciente de sus capacidades y para lo que está creado. Toda actitud favorable hacia los hermanos es reconocer y motivar a  ser lo que cada uno es.

“Pero María lo conservaba y meditaba todo en su corazón” (Lc 2,19). No sólo aceptaba, sino que lo guardaba en su memoria y en su corazón. Aprendía y respetaba la realidad del prójimo. Es una forma de valorar la libertad de los hijos de Dios.

"Perseveraban unánimes en la oración"

Los hombres y las mujeres, también estaba María, la madre de Jesús (Hch 1,14). Sin discriminación alguna, los hombres y las mujeres, discípulos y discípulas, eran responsables de llevar a cabo la misión de Jesús. En el texto de Hechos se destaca la figura de María que estaba allí. La Iglesia estaba naciendo y esa Iglesia que nacía la formaban todos: hombres y mujeres, los discípulos, María y sus parientes.

No se puede ignorar el contexto donde se da esta experiencia de los discípulos. Contexto de fracaso, desilusión, pérdida…. Regresaban  del monte de los Olivos. El dolor nos hace más sensibles y conscientes de la soledad… nos necesitamos. Regresaban y se buscaban, se necesitaban. Compartir es una vía para resolver cómo aceptar y entender lo que ha pasado, lo que pasa… “Cuando llegaron, subieron al piso superior donde se alojaban…” (Hch 1, 13). “Todos persistían unánimes en la oración.” (Hch 1,14b)

Los reunidos en nombre del Señor se saben pertenecientes y en común comparten y expresan sus sentimientos propios de su fe en el Señor y necesitan expresarlo: “Todos persistían unánimes en la oración”.

María, también perteneciente, fue la madre de Jesús de Nazaret, también fue discípula, ejemplo de fe y obediencia a Dios.

"Bienaventurados los que escuchan la palaba de Dios y la cumplen"

Escuchar, disposición para percibir, conocer; se hace con los sentidos. “Los sentidos de nuestro cuerpo nos abren a la presencia de Dios en el instante del mundo” (J. Tolentino).

Necesitamos escuchar porque el objetivo no es convertirse en una determinada clase de persona a base de un método determinado que se lleva a cabo porque así se nos dice, está mandado. Necesitamos escuchar para “ser persona”, no un “tipo de persona”, sino el ser humano que Cristo crea en nosotros.

Necesitamos escuchar la palabra de Dios (La Palabra se hizo carne y habito entre nosotros. Jn 1,14. El verbo se convierte en Jesucristo, asumiendo la naturaleza humana y viviendo entre las personas) y cumplirla. ¿Qué significa aquí eso de cumplirla?

Dos versiones: 1.-Cumplir, para quedar bien, tranquilizar la conciencia… “¡he hecho lo que me han mandado!” que es como una forma de decir no me pidas responsabilidades.  2.- Cumplir, en el sentido de sentirse motivado para servir, buscar el bien, hacer posible lo que mis sentidos descubren (han escuchado) y nos comprometemos, porque esa realidad despierta lo que cada uno es y permite “ser persona”, el ser humano que Cristo crea en nosotros.

Bienaventurados, dichosos, cuando estamos en camino, porque estamos en camino, y podemos hacer realidad, participar, de la dicha. La felicidad se hace patente, se experimenta, es alegría. Hacer de la fe, la esperanza y la caridad, nuestra realidad: ¡Bienaventurados!

Para la reflexión

En cada uno, ¿Cómo es ese “contexto del amor”? ¿Qué nos mueve a servir al prójimo? y/o ¿Qué nos impide servir al prójimo?

¿Reconozco y acepto que necesito de los demás?

Saberse perteneciente: ¿Cómo me dispongo, me enfrento, a esa realidad, esa necesidad, de saberse perteneciente?

Distinguir entre imponer y servir. Cuando no escuchamos, imponemos; cuando escuchamos podemos conocer mejor y podemos servir.  ¿Cuál es mi tendencia?

El amor es tal cuando nos hace capaces de servir, buscar el bien del otro, conocer y consecuentemente conocernos. ¡Bienaventurados!

jueves, 9 de octubre de 2025

SUBIDA DE NTRA. SRA. DE LA ESTRELLA CORONADA A SU SANTUARIO

 

SÁBADO, 11 DE OCTUBRE DE 2025

7 de la tarde. Iglesia de la Inmaculada Concepción.

(A la llegada, celebración de la Santa Misa)

lunes, 6 de octubre de 2025

LA CRUZ... FUERZA EN NUESTROS DOLORES

El pasado sábado, se producía la quinta salida a los barrios de Villa del Río con motivo del Jubileo. Nadie quedó impasible ante la estampa del Cristo de los Estudiantes erguido, como árbol de la Cruz, en los Jardines de la Casa Museo Pedro Bueno.

El cortejo, bien organizado, salió puntual desde la Iglesia Parroquial a las 6,15 de la tarde y los fieles rezaron el Rosario, como nos ha invitado a hacer el Papa León.
La Eucaristía estuvo presidida por D. Juan José Aguirre, Obispo de Bangassou, que nos habló de la Esperanza infinita en un Dios bueno y justo.
Tras la misma, con los caída de la tarde, el Stmo. Cristo de los Estudiantes y Ntra. Sra. de los Dolores, se encaminaron a un engalanado barrio de la Oleum. La música estuvo a cargo de la AM. Ntro. Padre Jesús Nazareno “La Madrugá”.
La Agrupación de HH.CC. agradece el esfuerzo titánico de la Hermandad de los Estudiantes y la colaboración del Ilmo. Ayuntamiento de Villa del Río.

domingo, 5 de octubre de 2025

"AUMÉNTANOS LA FE"

 

Reflexión Evangelio Domingo 5 de Octubre de 2025. 27º del Tiempo Ordinario.

La petición de los apóstoles en el Evangelio, viene a concordar con parte de los cristianos La poca fe que pueda tenerse, solo el Señor puede aumentarla, no solo “cuantitativamente”, sino, y mejor “cualitativamente”.

La calidad de la fe de todo discípulo del Señor, hará que las obras de misericordia, las bienaventuranzas –practicadas como lo hacía Frassati, el santo dominico terciario, “el hombre de las ocho bienaventuranzas” en palabras de San Juan Pablo II- anima al cristiano a ponerse al servicio del dueño de la mies, sin miedo a los trabajos, violencias y catástrofes, que nos puedan venir, como al profeta Habacuc.

Siervos inútiles somos, que tenemos que implorar al Señor que aumente nuestra y quitar el miedo de dar la cara por Dios, siendo fieles a su voluntad.

A medida que nos adentramos en el cumplimiento de los deberes derivados del seguimiento de Cristo, y vamos descubriendo el proyecto de Dios en nosotros y lo que ello conlleva, tendremos necesidad de aumentar nuestra fe, dándole mayor cabida y superando la fe infantil que pueda haber en nuestro corazón. Asentando así nuestra confianza en el Dios de Jesucristo.

A lo largo del camino de la vida, en los momentos de duda y oscuridad, harán que la súplica Señor: “auméntanos la fe”, abra el corazón y la mente al Espíritu Santo haciéndolas desaparecer.

La falta de verdad y de justicia, hinchan el alma del injusto, pero la del justo vivirá por la fe (1ª Lect.).

La fe alimenta la confianza en la promesa divina, y a pesar del silencio de Dios en el mundo, han de ser causa de su aumento de la presencia del Señor y fidelidad a su voluntad en nuestra vida.

Como don, que es la fe, es necesaria la oración de súplica para mantenerla, y aumentarla.

La falta de fe y confianza en Dios, arrastra nuestro mundo al secularismo que lo invade y Dios pasa a ser innecesario. El grito del profeta Habacuc “¿Hasta cuándo clamaré, Señor, ¿sin que me escuches?” al hacerlo actual da a esperanza de que el Trascendente sea tenido en cuenta en el mundo. La confianza que da la fe en la Palabra de Dios, llena el alma del Espíritu Santo, y nueve al discípulo de Cristo a hacer del mundo morada de Dios entre nosotros. Somos siervos inútiles, al servicio del Señor trabaja en la construcción de la Ciudad de Dios (S: Agustín)

En el encuentro eucarístico con el Señor y los hermanos, viviremos la fe en comunidad, haciéndola crecer por la escucha de la Palabra de Dios y la participación en el Pan del Cielo.

Hemos de preguntarnos, ¿cómo desde nuestra oración, -personal y comunitaria-, pedimos al Señor que la confianza en Él, nos lleve a ser verdaderos siervos suyos para el mundo?

La respuesta estará en proporción directa a la oración y la comunión del Alimento Eucarístico que serán fuerza que anime a transmitir la alegría del Señor en el mundo.

Fr. Carlos Recas Mora O.P.

COMUNICADO PARROQUIAL