sábado, 23 de agosto de 2025

"LA PUERTA ESTRECHA, PUERTA HACÍA LA VIDA"

 

Reflexión Evangelio Domingo 24 de Agosto de 2025. 21º del Tiempo Ordinario.

Enviaré

Al final del libro de Isaías se afirma claramente la voluntad salvífica universal de Dios. Israel no lo había tenido tan claro hasta ahora. Dios les ha escogido, como primicia, no para ser objeto exclusivo de la salvación sino como testigos de un Dios amoroso que tiende su mano a todos. El Israel que vuelve renovado del destierro es enviado a anunciar la gloria de Dios a las naciones, convocadas en Jerusalén, incluso aquellos pueblos lejanos que jamás oyeron hablar de Dios. Con ellos vendrán todos los hijos de Israel dispersos, como la ofrenda mejor de las naciones, para que juntos contemplen la gloria de Dios en su Templo santo de Jerusalén. Es una profecía de corte escatológico que mira a Dios como fin último de todo y al mundo entero dirigido hacia Él y hacia su morada de Jerusalén, para reconocerle y alabarle con todos los hijos e hijas de Israel. Sobre ellos y todas las naciones brillará la gloria maravillosa de Dios.

Id al mundo entero

Tras el mensaje de la primera lectura proclamamos el salmo 116, invitación universal a la alabanza divina, combinado con el mandato de Jesús como respuesta sálmica: “id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Es la misión de la Iglesia. Que no quede ningún confín de la tierra sin conocer la fidelidad de Dios y su firme misericordia.

Fortaleceos y robusteceos

La vida de seguimiento de Cristo, que lo es de anuncio de su salvación, exige una permanente puesta a punto, es decir, fortalecimiento y robustecimiento. El Señor se nos acerca y con amor nos corrige porque se interesa por nosotros, por nuestra madurez y crecimiento en la fe. Esa corrección produce “como fruto una vida honrada y paz”. Es necesario, para poder ser testigos fuertes y creíbles. Por ello el autor de la carta a los Hebreos, con una clara referencia al profeta Isaías, invita a fortalecer “las manos débiles”, robustecer “las rodillas vacilantes” y caminar por una senda llana, sin obstáculos que nos hagan tropezar en el seguimiento del Señor.

Entrar en el proyecto de Dios

En el texto evangélico de este domingo, vemos cómo Jesús se encamina hacia Jerusalén. Tiene clara la meta de su viaje. Allí consumará su entrega y su servicio de amor. Así nos salvará. Ese amor libera, salva y redime. Mientras tanto, Jesús va pasando por varias ciudades donde predica la buena nueva. Uno le interpela con una pregunta: “¿son pocos los que se salvan?” Jesús responde no con números sino indicando más bien cuál es el camino que lleva a la salvación, al que se accede por una “puerta estrecha”. Se trata de optar por Cristo. La puerta estrecha es Él y su seguimiento como nuevo proyecto de construcción del ser humano que le conduce a la Vida. Es el proyecto de Dios en Cristo para la humanidad, un proyecto de amor, servicio y entrega. Eso es lo que significa la “estrechez”.

La “puerta-Cristo” es “estrecha” porque él se dona, se da, se desvive con misericordia; no se mira a sí mismo, sino que constantemente se abre y se entrega. Este camino de descentramiento de uno mismo y de afianzamiento en el amor y la misericordia conduce a la Vida. Este camino de amor es el Reino de Dios, el proyecto de Dios, que realiza Jesús “puerta” y al que invita como camino seguro de salvación.

El egoísmo arruina la vida y es la expresión más clara del pecado. Que se lo digan al rico epulón. Es la perspectiva lucana del seguimiento de Jesús que se tiene que notar en pasos claros y en opciones claras de acuerdo a Él. El Cristo que sube a Jerusalén es el icono más claro de “kénosis”, vaciamiento, desprendimiento, entrega, servicio supremo, “estrechez” máxima para sí mismo en favor de los demás. Este proyecto se ofrece a todos sin prerrogativa ninguna de raza y mérito por eso, alguno demasiado seguro por su “cumpli-miento”, puede llevarse una sorpresa: “hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.

Los que opten por Cristo, sin ninguna reserva, viviendo desde el amor entregado, ciertamente se sitúan en primera línea. A todos se ofrece ese proyecto de Vida, a todos se ofrece la salvación. La cuestión sobre la salvación no está, pues, en cuántos sino en la decisión valiente de “cruzar la Puerta”.

Fray Juan Carlos González del Cerro O.P.

No hay comentarios:

Publicar un comentario