miércoles, 20 de marzo de 2013

CORAZONES DESGARRADOS


Conocemos el mensaje de Benedicto XVI para esta cuaresma del año 2013. Será bueno recordar el mensaje que el nuevo Papa Francisco envió este mismo año a su diócesis de Buenos Aires.


El texto recuerda el drama de la violencia, la envidia, el odio, la calumnia, y la mundanidad que anida en los corazones. Ahí está el sufrimiento de inocentes y pacíficos;  el desprecio a los derechos de las  personas y de los pueblos más frágiles; el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas - incluso de niños - junto con la miseria material y moral; la destrucción del trabajo digno, las emigraciones dolorosas y la falta de futuro.

Además están  nuestros errores y pecados como Iglesia y la falta de valores éticos en la sociedad, en las familias y en la  convivencia de los barrios, pueblos y ciudades.  

Ante ese panorama cabe preguntarse: “¿Tiene sentido tratar de cambiar todo esto? ¿Podemos hacer algo frente a esta situación? ¿Vale la pena intentarlo si el mundo sigue su danza carnavalesca disfrazando todo por un rato?”

El mensaje responde afirmativamente: “La Cuaresma se nos presenta como grito de verdad y de esperanza cierta que nos viene a responder que sí, que es posible no maquillarnos y dibujar sonrisas de plástico como si nada pasara”.

Las palabras del profeta Joel que se leen el Miércoles de Ceniza: “Rasguen el corazón, no los vestidos: conviértanse al Señor su Dios”, son una invitación a la sinceridad y a la conversión. Como en un poema se va repitiendo esta exhortación:

• “Rasguen los corazones para que por esa hendidura podamos mirarnos de verdad.

• Rasguen los corazones, abran sus corazones, porque sólo en un corazón rasgado y abierto puede entrar el amor misericordioso del Padre que nos ama y nos sana (…)

• Rasguen los corazones para experimentar en la oración silenciosa y serena la suavidad de la ternura de Dios.

• Rasguen los corazones para sentir ese eco de tantas vidas desgarradas y que la indiferencia no nos deje inertes.

• Rasguen los corazones para poder amar con el amor con que somos amados, consolar con el consuelo que somos consolados y compartir lo que hemos recibido”.

Así pues, la Cuaresma es un tiempo propicio “para que nos convirtamos hacia la santidad misma de Dios; nos convirtamos en colaboradores que recibimos la gracia y la posibilidad de reconstruir la vida humana para que todo hombre experimente la salvación que Cristo nos ganó con su muerte y resurrección”.

Con todo, la conversión exige gestos concretos.  El cardenal Jorge Mario Bergoglio sugería el compromiso de “crecer y madurar en el encuentro con el Señor que se hace visible en el rostro sufriente de tantos chicos sin futuro, en las manos temblorosas de los ancianos olvidados y en las rodillas vacilantes de tantas familias que siguen poniéndole el pecho a la vida sin encontrar quien los sostenga”. Excelente programa para este Año de la Fe.

D. José Román Flecha Andrés

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