domingo, 1 de julio de 2012

SAN PEDRO Y SAN PABLO

Dos misioneros del Amor en la Iglesia primitiva


   Pedro, responsable del grupo apostólico en la primera generación cristiana. Te reconoció primero como Mesías, Hijo del Dios vivo.Tu le dijiste: tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia.
 
   Pablo, el cumplidor celoso de la Ley, que perseguía a muerte a los Cristianos. A quien elegiste para llevar tu nombre ante gentiles, reyes e hijos de Israel. A los dos les costó entender el reino de la vida verdadera: ambos estaban atados a tradiciones religiosas muy antiguas.
 
   Ambos defendían la observancia literal de sus leyes. Ambos esperaban hundir a los enemigos y brillar en poder y gloria.
 
   Pedro te toma aparte, te reprende, creyendo saber mejor que tu el camino a seguir.Tu le respondes a sus tentaciones con la verdad, el amor y la libertad de tu vida: "quítate de mi vista Satanás que me haces tropezar" porque no tienes en cuenta las cosas de Dios sino las de los hombres. "Pero te digo que no cantará hoy el gallo antes que tres veces niegues conocerme".
 
   También Pablo evolucionó desde el egoísmo homicida al Amor desinteresado: Respiraba amenazas y asesinatos contra tus discípulos; es la triste historia del fanático que mata a quien no comparte sus creencias.
 
   Les sales al encuentro camino de Damasco, cuando va lleno de odio orgulloso: "soy Jesús a quien tu persigues". "Yo le mostraré cuánto tendrá que sufrir por mi nombre".
 
   De ambos conservamos el mejor recuerdo de su servicio al Evangelio:
 
- Ambos tienen experiencia de tu Resurrección.
- Ambos se encuentran y comparten su fe en el Evangelio.
- Ambos dialogan sincera y cordialmente.
- Ambos se sienten iguales ante tu amor.
 
Acerquémonos a Jesús a través de Pedro y Pablo.
 
   Jesús mesías de Dios, testigo del amor. Gracias por tu apóstol Pedro cuyo servicio al Evangelio celebramos: él reunió a los discípulos desconcertados y los animó en la misión. Su servicio nos dejó su amor a la fraternidad, como distintivo cristiano. Gracias por tu apóstol Pablo, quien no manda sino que exhorta, amonesta, encomienda, invita... No pedía obediencia a él sino a tu evangelio, a tu Espíritu... Respeta la libertad y la conciencia personal que no contradice el evangelio.
 
Jesús, misionero del Amor divino, abre el corazón de la Iglesia a la escucha del Espíritu que habita en todos.
 
(De la revista Homilética.)
 

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