Escuchad, amigos, el
Pregón de Cuaresma.
Prestad atención a
esta invitación.
Oíd la Buena Noticia.
Miércoles de Ceniza;
comienza el Camino de la Cuaresma.
El Pueblo judío
caminó cuarenta años hacia la Tierra prometida.
Jesús fue tentado
durante cuarenta días en el Desierto.
Dentro de cuarenta
días, a partir de hoy, la fe de los cristianos difundirá la noticia: ¡Cristo ha
resucitado!
Poneos en marcha,
amigos, para hacer el Camino de la Cuaresma.
Vivimos el tesoro de
nuestro Bautismo en Vasijas de barro.
Por eso es necesaria:
- La oración, libre,
como un diálogo de amigos.
- La austeridad,
generosa, propia de los valientes.
- la ayuda a los
demás, la solidaridad, como fruto de la vida nueva nacida en nuestro Bautismo.
Hagamos un alto en el
camino para recuperar la Interioridad y repensar nuestra vida como Jesús en el
desierto.
Ensanchemos el
horizonte: un nuevo mundo, una nueva sociedad están ya presentes en medio de
nosotros.
Busquemos como la
Samaritana, el manantial del Agua que verdaderamente calma nuestra sed.
Que Jesús abra
nuestros ojos ciegos, para redescubrir los auténticos valores de la vida.
Que el amor y la
amistad construyan, como Jesús y Lázaro,
un nuevo tejido de relaciones personales y colectivas.
Hagamos posible la
nueva Vida que llevamos dentro y comuniquémosla a nuestro mundo.
Echemos a andar por
el camino cuaresmal de las oportunidades que nos ofrece la Iglesia, para
rehacer en nosotros toda la riqueza de nuestro Bautismo.
Anunciemos a nuestro
mundo que todavía hay una oportunidad.
(Texto recogido de la
Revista Homilética).
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