viernes, 6 de abril de 2012

VIERNES SANTO


Por solo una vez muere la esperanza, la noche cubre el jardín que recibe los cantos melancólicos de los necios que invocan insistentemente al Cielo... pidiendo salvación, pidiendo redención. Por solo una vez la muerte le gana a la vida, las palabras se vuelven una haz de sentires y saberes que no alcanzan el perdón.

Esta es la tarde en que el sol deja de brillar, las estrellas se apagan y el llanto amargo de las mujeres no recibe consuelo, es el día de aquellos que viven bajos los puentes, el día de los que no han logrado nacer, este es el día en que el mundo guarda el más siniestro de los silencios, en su más profunda congoja.

Entre crueles albedríos camina aquel lacerado y martirizado, acompañado de otros miles que mueren junto a el, de otros que llevan sus coronas de hambre, de enfermedades, de crueldades... coronados por la maldad humana.

Solo un día que nos detiene en el camino, para mirar absortos de cuanto sucede sin darnos cuenta, de cuantos otros viven cada día su calvario, sus penas, sus miserias... retraídos de aquel misterio tan sublime de la muerte y de la vida que se escondió.

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