lunes, 8 de diciembre de 2025

"ALÉGRATE, LLENA DE GRACIA"

Reflexión del Evangelio Solemnidad de la Inmaculada Concepción

Frente al jardín del Edén….la casa de Nazaret.

Conocemos bien el relato: Adán y Evan viviendo en la dicha inocente del Edén, desnudos en el paraíso sin vergüenza o problema alguno. Ciertamente podría haber sido el final feliz del relato, sí; pero no reflejaría la realidad de nuestro mundo. El paraíso reclama realismo por medio de una serpiente que habla, en concreto, que engaña y arruina la dicha en la que vive la pareja.

La astucia de la serpiente se manifiesta en el uso y dominio que tiene de la mentira y la media verdad, las cuales sirven para minar la confianza de Adán y Eva en la palabra dada por Dios bueno y creador. La serpiente contrarresta la palabra de Dios iniciando la senda del engaño: “De ninguna manera moriréis (si comeís del arbol). Es que Dios sabe muy bien que el día que comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal” Esto que dice la serpiente es verdad en dos aspectos: por un lado, el conocimiento moral no causa la muerte por sí mismo y, por otro, quien alcanza este conocimiento se hace semejante a Dios. Pero lo que el relato deja claro es que una libertad movida por la desconfianza en la palabra de Dios resulta incompatible con la vida (Gn 2,16-17).

Y sabemos bien cuál es la consecuencia inmediata de esta libertad desconfiada: la vergüenza, es decir, se dieron cuenta de que estaban desnudos y sintieron vergüenza el uno del otro ciñéndose con hojas de una higuera. La vergüenza surge de repente ante la mirada del otro; hasta ese momento, la mirada del otro era sin vergüenza.

A continuación, en medio de esta atmosfera vergonzosa, aparece Dios por el jardín a la hora de la brisa. Adán y Eva se esconden entre los árboles. Dios los busca incesantemente al no encontrarlos: ¿dónde estáis? Adán responde que al oírlo por el jardín, tuvo miedo y se escondió. Ahora, la culpa aparece en nuestro relato: Adán, Eva, la serpiente… Todos escapar de la responsabilidad, todos sienten no sólo vergüenza, sino ahora culpa. Adán y Eva se sienten juzgados por la mirada de Dios sobre sus acciones. Dios aparece como portador de los valores que Adán y Evan han transgredido: la obediencia y la fidelidad de unos a otros.

Adán y Eva tienen una existencia eterna, sin fin, movida por la desconfianza en la palabra de Dios. Esto es, por definición, el infierno. Y Dios no va a permitir un infierno eterno para Adán y Eva. Aparece así la muerte como límite para el débil albedrío de Adán y Eva.

La casa de Nazaret

La Anunciación es la gran tabla mariana pintada por Lucas. Todo es narrado bajo la atmosfera de la cotidianeidad de Nazaret que viene rota por el acontecer de Dios por medio de su ángel Gabriel. No es una serpiente la que habla, sino el enviado de Dios.

El ángel saluda a María como “llena de gracia”. Son quizás estas palabras del saludo en las que la Iglesia comenzó a ver la Inmaculada Concepción de María, es decir, ella ya estaba llena de gracia antes de que el ángel llegara. El ángel no le dice “recibirás la gracia”, sino "llena de gracia” porque Dios la había preparado desde su concepción.

El acontecer de Dios en Nazaret viene envuelto con una primera palabra clave: no tengas miedo. El ángel quiere abrir la senda de la confianza en la que se revela la verdad. El miedo provoca la desconfianza. El ángel no lleva al engaño como la serpiente ni a medias verdades.

María escucha el mensaje del ángel: “Concebirás y darás a luz a un hijo, al que pondrás por nombre Jesús… (Lc 1,31)” María será la madre del Hijo del Altísimo. El ángel ofrece a María el regalo de acoger en su seno la divinidad; Eva es incitada por la serpiente a robarla del árbol, es decir, a tomarla, a apropiarse de la divinidad porque Dios se la está ocultando, según la serpiente.

María recibe como don la divinidad; no se apropia, sino que recibe y acoge. Toda nuestra miseria viene de querer tomar lo que Dios quiere ofrecernos. Queremos ser felices, pero a nuestra manera. Queremos amor, pero sin entrega. Queremos vida, pero sin cruz.

Dos mujeres. Dos jardines. Dos conversaciones. Dos respuestas. Es esta solemnidad de la Inmaculada Concepción se nos invita a contemplar el misterio de que el acontecer de Dios se acoge no sólo tal y como viene, sino sobre todo como don.

sábado, 6 de diciembre de 2025

"ESTÁ CERCA EL REINO DE LOS CIELOS"

Reflexión Evangelio Domingo 7 de Diciembre de 2025. 2º de Adviento.

Las lecturas de este domingo son una invitación a soñar un tiempo mejor. No es “ciencia ficción” o un triste optimismo que empieza y acaba en nosotros mismos. Es el tiempo de Dios que somos invitados a acoger como un compromiso y una opción de vida. No queremos que estas semanas pasen de manera rutinaria, sino asumirlas como oportunidad para cambiar nuestro día a día. Es el tiempo de Dios, es nuestro propio tiempo…

Es tiempo de acoger la promesa de un futuro mejor

Isaías nos evoca a todos los que sueñan con un futuro mejor, nos llama a unirnos a la causa de la esperanza. El profeta tiene en su mente un tronco que fue llamado a ser fecundo y que ahora está talado, quemado y sin futuro. Fue la promesa que Dios hizo a David, el hijo de Jesé de Belén. Aquel gran rey trajo a Israel paz y prosperidad y la mantuvo su hijo Salomón. El árbol que crecía con fuerza con el tiempo fue destrozado. Cuando se escribe este texto, Israel vive sus momentos más bajos: no queda nada de su esplendoroso pasado. Nada. Pero el profeta ve más allá, intuye que queda la raíz, esa que nadie puede destrozar. Anuncia vida y savia nueva, que pueden brotar desde lo escondido. Y es Dios quien tiene capacidad para hacerlo, un Dios que trabaja en lo oculto y profundo de la tierra, donde las personas no vemos…

El Adviento nos empuja a cambiar la mirada y reconocer, más allá de las ruinas y el caos tan evidentes en el mundo y en nuestros espacios más cercanos, el trabajo que Dios está haciendo en lo oculto de la realidad. Los pequeños brotes nunca se imponen ni son evidentes a simple vista. Percibirlos y apostar por ellos es confiar en las promesas de Dios, tener la certeza de que este mundo sigue en sus manos, que Él lo cuida, nos cuida, que no estamos desamparados, que aún nos espera un futuro mejor. No es tiempo para pesimistas sino para gente de mirada y corazón atentos.

Es tiempo de creer y apostar por la paz y la justicia

El profeta nos habla de un personaje desconocido, “el brote del tronco de Jesé”. Sabemos ahora que se refiere a Jesús en quien culmina la fecundidad de la Historia humana. ¿Qué trae a este mundo? Lo que más necesitamos: la concordia, representada con imágenes increíbles de la naturaleza. Una visión realista consideraría imposible lo que Isaías describe, esa paz elevada a las cotas más altas. ¿Cómo alcanzarla? Quien lo haga tendrá sobre sí la plenitud del Espíritu: la inteligencia de Salomón, la fortaleza de David, la piedad de los patriarcas… “Somos enanos a hombros de gigantes”: la causa de la no violencia, la paz y la justicia nos empuja, ante todo, a creer y apostar, a hacer camino con otros. No podemos conformarnos con la realidad que vivimos desde el argumento de que el cambio es imposible. Militar en las obras de la paz y la justicia es una llamada de Dios que atraviesa toda la Escritura. El tronco de Jesé, que es ahora esta Iglesia frágil, tiene fuerza para alzar su voz y aunar esfuerzos para construir un mundo mejor.

Es tiempo de fortalecer la esperanza, apoyada en la paciencia y el consuelo

Pablo escribe a los cristianos de Roma, una comunidad dividida: los “débiles” permanecen aferrados a las tradiciones y cumplimientos del judaísmo, aún no han dado el paso de confiar en el “Dios que todo lo hace nuevo”; los “cristianos fuertes” han asumido el mensaje de novedad que ha traído Jesús, su manera diferente de entender el vínculo con Dios y los hermanos, manifestado en su vida y en su Pascua. Hay tensiones entre ambas formas de acoger el compromiso cristiano, los “modernos” y los “nostálgicos”. Pero una comunidad no crece cuando se centra en las diferencias, sino al caminar juntos en la misma dirección. ¡Qué actual nos resulta esto! ¿Qué propone el Apóstol? Volver a Cristo, el único que nos une, manteniendo sus mismos sentimientos; acogernos mutuamente como hermanos; fortalecer la paciencia de caminar unidos, que nunca debe despreciarse o darse por sabida; apoyarnos en el consuelo que viene de la Palabra de Dios. Han pasado bastantes siglos, pero en este Adviento sigue siendo urgente el compromiso (tan propio del Papa León) de apostar por la unidad que debe caracterizar a los creyentes. ¡Este es un gran signo de esperanza!

Es el tiempo de escuchar a los profetas: conversión y bautismo

Juan Bautista debió ser muy original. Mateo lo representa con los atributos externos propios de los profetas. Él va a ser, para el evangelista, el mismo Elías que la tradición judía esperaba al final de los tiempos para traer al Mesías. Juan es duro, especialmente con los más hipócritas. No ofrece nada (al contrario de lo que hará Jesús), solo pide confesión de los pecados, conversión y bautismo. Dicho con otras palabras: coherencia de vida, autenticidad, sencillez y mirada a Dios. Su objetivo es preparar al pueblo para que la llegada del Mesías sea como la semilla que cae en buena tierra. Siguen siendo hoy muchos los profetas, también originales, que gritan por un mundo mejor, que quieren llamar a nuestras conciencias dormidas para invitarnos a construir una vida más plena. Adviento es buen momento para escuchar, sin juicios, su música y reconocer en ella el lenguaje de Dios.

Es tiempo de desear la salvación que trae Jesús

El Bautista presenta al Mesías como un labrador. A Jesús le gustaba también el campo para hablar de su misión. El hacha sirve para podar sarmientos y ramas de modo que la planta se haga fuerte. El bieldo (la horca con la que se levantan las espigas en la era para que el viento separe el grano de la paja) sirve para sacar una buena cosecha. La salvación que ofrece Jesús se sigue eligiendo. Él quiere enriquecernos personalmente. Nuestra fe no es una mera distracción o cumplimiento, sino un compromiso de vida que nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos. Volver a Jesús es apostar por dejarnos salvar por Él, en todo lo que nuestra existencia necesita aún de salvación. En este Adviento conviene que nos preguntemos si realmente necesitamos a Cristo para que nuestra vida adquiera más plenitud, para que hagamos de este mundo el Reino que Dios quiere.

domingo, 30 de noviembre de 2025

TIEMPO DE VIVIR CON EL CORAZÓN DESPIERTO


Reflexión Evangelio Domingo 30 de Noviembre de 2025. 1º de Adviento.

Comenzamos un nuevo año litúrgico

La Iglesia, con sabia pedagogía, nos invita a abrir el corazón al Adviento, ese tiempo breve pero intenso que nos prepara a celebrar el misterio de la Encarnación. No se trata simplemente de “esperar la Navidad”, como quien cuenta los días hasta una fiesta familiar. Adviento es tiempo de despertar, de volver a poner la mirada en el horizonte de nuestra esperanza: el Señor que vino, que viene y que vendrá.

El evangelio de este domingo nos sitúa ante la palabra clave de este tiempo: “velad”. Jesús la repite con insistencia. Velar no es vivir asustados, ni en una tensión nerviosa; es vivir despiertos, atentos a la presencia de Dios en nuestra historia. En un mundo que nos adormece con el ruido, la prisa y el consumo, el Adviento nos sacude y nos recuerda que hay algo más profundo que las luces de las calles o las compras de temporada: el Señor está viniendo a nosotros.

El texto de Mateo nos habla de los días de Noé. “Comían, bebían, se casaban… hasta que llegó el diluvio”. Jesús no critica esas actividades; son cosas normales de la vida. Lo que reprocha es la indiferencia, ese vivir como si Dios no existiera, como si la historia no tuviera meta ni sentido. También hoy podemos caer en ese sueño: cumplir con nuestras rutinas, hacer planes, trabajar, divertirnos… y sin embargo, dejar que el corazón se apague. El Adviento es un llamado a salir de la indiferencia y volver a centrar nuestra vida en lo esencial.

"La noche está avanzada, el día se acerca"

San Pablo, en la segunda lectura nos lo dice con palabras que resuenan con fuerza: “Ya es hora de despertaros del sueño… La noche está avanzada, el día se acerca”. El “día” del que habla Pablo no es una metáfora poética, sino el día del Señor, el momento definitivo en que Cristo se manifestará en plenitud. Pero ese día comienza ya aquí, cada vez que acogemos su presencia en el corazón, en la Eucaristía, en los pobres, en la Palabra que nos transforma. Por eso el Adviento no mira sólo hacia el futuro, sino también al presente: Cristo viene ahora, en medio de la historia, en lo pequeño y cotidiano.

"Venid, subamos al monte del Señor"

La primera lectura, del profeta Isaías, nos ofrece la imagen de los pueblos que suben al monte del Señor. Es una visión de esperanza: las armas se convierten en arados, los corazones se abren a la paz. En un tiempo en que tantas guerras ensombrecen la tierra, esta palabra profética suena como una llamada a ser constructores de esperanza y reconciliación. El Adviento nos invita a caminar hacia ese monte, a dejarnos enseñar por el Señor sus caminos, a trabajar por un mundo más justo y fraterno.

Velar, entonces, no es sólo rezar o esperar en silencio. Es vivir con el corazón encendido, con la fe despierta y las manos activas. Es tener la lámpara preparada, como las vírgenes prudentes de la parábola, sabiendo que el Esposo puede llegar en cualquier momento. Velar es cuidar la oración, pero también cuidar los gestos de amor, la atención al hermano, la fidelidad en lo pequeño.

Quizás este Adviento podríamos hacernos una pregunta sencilla pero exigente: ¿En qué me he dormido?

Tal vez en la rutina de la fe, en la falta de tiempo para Dios, en el descuido de la familia, en la indiferencia ante los que sufren. Despertar no siempre es cómodo, pero es el comienzo de una vida nueva.

El Adviento nos ofrece cuatro semanas para reorientar el corazón. Cada vela que encendamos en la corona será un recordatorio de la luz que Cristo quiere encender en nosotros. Cada lectura, cada canto, cada oración, será una invitación a dejar que su venida nos renueve por dentro.

No sabemos el día ni la hora -dice el Señor-, pero sí sabemos quién viene: Aquel que nos ama, que se hace niño, que comparte nuestra carne y nuestras lágrimas. Por eso, la vigilancia cristiana no es miedo, sino alegría confiada. Quien espera al Señor con fe no teme el futuro, porque sabe que el final de la historia será un abrazo.

Que este Adviento nos encuentre despiertos, atentos y agradecidos. Que sepamos descubrir la presencia de Cristo que viene a visitarnos cada día en los rostros de quienes nos rodean. Y que, cuando llegue la Navidad, no sólo tengamos listas las luces y los regalos, sino sobre todo el corazón abierto al Emmanuel, el Dios-con-nosotros.

viernes, 28 de noviembre de 2025

UN JUBILEO QUE TERMINA Y UNA ESPERANZA QUE ES INFINITA

No queríamos cerrar el Jubileo'25 que han celebrado las Hermandades y Cofradías de Semana Santa de Villa del Río sin agradecer y hacer una breve reflexión de lo vivido antes de iniciar este tiempo de Adviento.

Desde el 24 de Mayo hasta el 23 de Noviembre se han sucedido diez salidas que han llevado la Eucaristía a lugares antes nunca visitados. Quién no lo ha entendido o valorado, habla de procesiones, incluso de manera despectiva, y no se trataba de ello. Han sido traslados organizados para celebrar la Santa Misa en cada uno de los barrios de nuestra localidad. Y es que, esa era la Santa Misión; la de llevar la Esperanza en Cristo a los corazones de los villarrenses.

 

Con tan sólo que una persona mayor haya salido en su silla de ruedas a ver pasar al Señor o la Virgen, con que una sola persona los haya visto llegar desde su balcón, con que alguien haya vuelto a recibir a Cristo en la comunión, con que los abuelos de la residencia hayan disfrutado del Señor en su casa, con que a alguien le hayan calado las palabras de las homilías, solamente porque alguien se haya santiguado de nuevo o traído a su mente a aquellos que se fueron y haya rezado por ellos, haya ayudado a los que se encuentran solos, o simplemente haya mejorado un poquito su vida... por todo ello, valió la pena esta Santa Misión histórica de las Hermandades.

Quedarán recuerdos imborrables de la Santa Misa del Resucitado en la preciosa plaza de la Cruz de los Mocitos adornada con mantones de colores, la Plaza de España rebosante para recibir a Santa Mª Magdalena, las véngalas y la estampa de Jesús Nazareno bajo el inmenso árbol en la Eucaristía, a los Dolores y los Estudiantes en los jardines de la casa de Pedro Bueno o por la barriada Oleum, la elegancia del abrazo de San Juan y la Virgen del Amor caminando por las calles, la Oración en el Huerto por la barriada de Cabrera con balcones decorados con sábanas blancas y ramos de olivo, la multitud que celebró la Santa Misa y acompañó al Santo Entierro al Cementerio, la estampa de la Soledad en las puertas del Colegio Poeta Molleja o bajando por la engalanada calle Estrella, la Hermandad de la Paz y Esperanza recorriendo las conocidas "casas chicas" y los bloques Mopu y la Franciscana Hermandad de la Humildad en la residencia de ancianos, transitando las calles con alfombras de serrín de colores o la Misa Góspel.

La Agrupación quiere agradecer a todas y cada una de las Hermandades el esfuerzo humano y económico realizado. En un año han sufragado dos salidas con el acompañamiento musical que cada una de ellas ha estimado conveniente. Gracias por su saber hacer y seriedad. Gracias a los miembros de las Juntas de Gobierno y cofrades que han colaborado aun cuando no les correspondía su salida en el montaje y desmontaje de los enseres y mobiliario necesario para la Eucaristía. Gracias a los capataces, a las cuadrillas de portadores y costaleros; especialmente a Conchi Polo y Sacramento Tello.

Gracias a nuestro Administrador Parroquial, Rvdo. Jeremías Abumwami y a D. Manuel Tirado, nuestro Párroco, por su cercanía y por su implicación en esta Santa Misión.

GRACIAS A TODO EL PUEBLO DE VILLA DEL RÍO, vecinos y personas que han demostrado su cariño a través de la decoración, la participación y la entrega en unos días históricos y espirituales para nuestras hermandades.

La Agrupación de HH.CC.  quiere manifestar su más sincero agradecimiento a las bandas y agrupaciones que han participado, a Protección Civil, a la Policía Local y al Ilmo. Ayuntamiento de Villa del Río.

Que sigamos siendo "Peregrinos de Esperanza" en este tiempo de Adviento que comienza y que sean muchos los frutos de estas Misiones realizadas con el mayor cariño del mundo por nuestras Cofradías.

domingo, 23 de noviembre de 2025

LA HUMILDAD DE DIOS EN LAS CALLES

Hoy, Solemnidad de Cristo Rey del Universo, el Señor del Miércoles Santo en Santa Misión ha brillado como ascua entre su pueblo.

A las diez y media, con el repicar de campanas, salía el cortejo formado por Cruz Parroquial, Hermanos de Luz, Insignias de la Hermandad, representación de la homónima de Montoro, Hermanos Mayores, Madres Religiosas de la Divina Pastora, Interventor Parroquial, Alcalde y cuerpo de acólitos. El Señor portaba la túnica Franciscana, las Reliquias de la Beata Mª Ana Mogas en el pecho y un exorno floral muy original. La AM. Ntro. Padre Jesús Nazareno “La Madrugá”, ha puesto los sones al andar del Señor.
Se encaminó en un recorrido lleno de amor, primeramente a la Residencia de Mayores, más tarde, la calle Góngora, Matías Prats y Mª Auxiliadora se hicieron colgaduras, altares y alfombras para el Cristo de la "Dulce mirada"
Tras una "petalá", presidió el altar efímero instalado en una de las fachadas en el que entre guirnaldas de lentisco y eucalipto aparecía el lema del Jubileo de esta Hermandad, "Sed sencillos y Humildes de Corazón".

La Santa Misa comenzó con una sorprendente interpretación de Góspel a la que se unió para finalizar el Coro del Colegio Divina Pastora. En la Eucaristía se nos invitó a ser Humildes para aceptar nuestras miserias y ponerlas en las manos de Cristo. Después, se dirigió a la Parroquia por Cruz de los Mocitos y una blanca calle Eduardo Lope engalanada con las colgaduras de la Santa Misión.
La Agrupación de HH.CC. agradece el inmenso esfuerzo económico y humano de la Franciscana Hermandad de la Humildad en este día que cierra majestuosamente el Jubileo de las Hermandades de Villa del Río a los barrios de nuestra localidad. Agradece la colaboración de Protección Civil, Policía y del Ilmo. Ayuntamiento.

sábado, 22 de noviembre de 2025

LA ESPERANZA EN JESÚS

En esta tarde fría, los corazones han sentido e calor de Ntro. Padre Jesús de los Reyes y Ntra. Madre y Sra. de la Paz y Esperanza que han salido en Santa Misión a los barrios de las populares “Casas chicas” y Mopu. Puntuales y acompañados por la AM. Jesús Cautivo de Villa del Río. Se han trasladado en el paso de la Virgen hasta los jardines de la Pérgola San Carlos donde se ha celebrado la Eucaristía.

D. Jeremías nos ha invitado a tomar la opción de acercarnos a Cristo como fuente de Esperanza. Jesús no defrauda. Los vecinos y la Hermandad han adornado el itinerario y ya entrada la tarde noche ha llegado el cortejo a la Parroquia tras atravesar la estrecha Calle Juan de la Cruz Criado.
La Agrupación de HH.CC. quiere agradecer el fuerzo personal y económico de la Hermandad de la Paz y Esperanza. También a Protección Civil, Policía y al Ilmo. Ayuntamiento de Villa del Río.

viernes, 21 de noviembre de 2025

CAMPAÑA DE RECOGIDA DE ALIMENTOS DE LA HDAD. DE LA HUMILDAD

  

Si alguien desea contribuir y tiene imposibilidad de desplazarse, puede ponerse en contacto con nosotros y lo recogeremos en su domicilio.

domingo, 16 de noviembre de 2025

"YO OS DARÉ PALABRAS Y SABIDURÍA"

Reflexión del Evangelio Domingo 16 de Noviembre de 2025. 33º del Tiempo Ordinario.

Las crisis han de ser vividas con esperanza

Las tres lecturas de este domingo nos lanzan un grito de confianza y valentía. Y es que el fin del año litúrgico y su lenguaje apocalíptico son toda una invitación para que mantengamos aún más nuestra capacidad de escucha al actuar de Dios en nuestros días. Así pues, si nos centramos en la lectura del evangelio, vemos cómo las palabras de Jesús acerca de las persecuciones y tribulaciones que vendrán en el futuro pueden dar la impresión de que hemos de vivir sobrecogidos, aterrados e incluso asustados. Pero la cosa no va por ahí. Las palabras de Jesús no han de ser interpretadas como el anuncio de un final catastrófico. Más bien han de ser leídas desde la óptica de una paciencia activa, es decir, desde un actuar esperanzado que es la actitud que deben tener quienes creen en un Dios paciente y fuerte que alienta y conduce la historia.

Dicho lo anterior, podemos llegar a pensar que seguir hablando de actitudes esperanzadas en tiempos de crisis y de no pocas incertidumbres es un contrasentido o una ingenuidad. Porque ante un mundo que parece haber enloquecido. Un mundo donde hay tal cantidad de mal y tanto pobre sufriendo al poderoso. Un mundo con tanta violencia y desprecio contra el hombre inocente y tantas víctimas de segunda porque se sigue encubriendo, protegiendo e incluso justificando a depredadores absolutamente psicópatas. Un mundo con tantas catástrofes climáticas, guerras, migraciones y convulsiones sociales y eclesiales de todo tipo. En definitiva, una realidad, la de este nuestro mundo, donde parece que todo se desmorona y donde toda esta gran contradicción en lo hondo de la creación que la destruye, que la enfrenta consigo misma, que la deja en menos que ridículo ensayo de un hacedor de pacotilla, la esperanza parece no tener cabida.

Sin embargo, y aunque parezca que es un despropósito llegar a pensar así, la única manera satisfactoria -humanamente hablando- de enfrentarse a estas realidades es vivirlas con esperanza. ¿Por qué? Pues porque la esperanza, o dicho de otra forma, la paciencia activa es una pasión que se suscita ante la negatividad de la desesperación. Las preguntas hechas a Jesús, «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» (Lc 21,7), son las que dan pie a este discurso escatológico en el que queda de manifiesto que Dios sigue actuando en cada ser humano, y que su obra sigue adelante.

La paciencia activa no se agota en la realidad presente

No deberíamos pensar que la esperanza niega el mal. Como tampoco debería pasarnos por la cabeza que se trata de optimismo ingenuo o hipócrita. La paciencia activa no se agota en la realidad presente, en la limitación presente. Es como si viéramos una luz al final de un túnel, o como una estrella en mitad de la noche. La esperanza sabe guiar nuestros pasos hacia algo mejor. Y es que gracias a la esperanza sabemos que la creación entera será un día transformada por completo para ser solamente buena, para que exista sólo el bien, la bondad, la belleza. La esperanza es la noticia que tenemos de lo que está por venir. Y es una noticia realmente fascinante, porque anuncia que lo porvenir es bueno. La esperanza no se agota en la espera pasiva ni victimista y mucho menos resignada, sino que urge al compromiso activo con ese destello de luz que se entrevé a tientas en las oscuridades que no dejan ni dejarán de acecharnos. Porque, a decir verdad, si vemos una luz al final de un túnel como hemos indicado, ¿nos quedamos esperando a que nos alcance? ¿No será, más bien, todo lo contrario? ¿No será que nos movemos, que caminamos, que corremos cuanto podemos para lograr alcanzarla?

La celebración de este domingo, que nos va acercando a un nuevo año litúrgico, nos lanza la invitación de leer la realidad desde una perspectiva esperanzada. Y esto nos llama a actuar con firmeza. Así pues, debemos trabajar para que, hoy mismo, en un mundo que parece no ofrecer nuevos comienzos, un futuro esperanzador y la posibilidad de romper con lo mismo de siempre, se convierta en un lugar lleno de oportunidades y promesas de un mañana mejor. Laborar en este sentido es colaborar con los planes de Dios. Es seguir haciendo posible la Encarnación. Es hacer su voluntad y confiar en que un día tenga a bien llevar a plenitud lo que aquí sólo alcanzamos limitada y provisionalmente. El papa León XIV en la Exhortación Apostólica DILEXI TE nos dice, entre otras cosas, que «el amor cristiano atraviesa abismos humanamente insuperables» (Nº 120).

¿Sabremos renunciar a nuestras efímeras y a veces ridículas seguridades para encontrar nuestro apoyo en Dios? ¿Seremos capaces de destruir nuestros deseos egoístas de poseer, para poseer sólo la gracia y experimentarlo todo como don? ¿Podremos cambiar nuestra forma de vida, las más de las veces endogámicas, para que el mundo pueda ser más justo aun teniendo que echar por tierra nuestras comodidades y caprichos? ¿Dejaremos de dañarnos y despreciarnos unos a otros para defender nuestras patrias, nuestras religiones o nuestras identidades? ¿Estaremos dispuestos a que sea la paciencia activa la que marque el compás de nuestra vida creyente?

domingo, 9 de noviembre de 2025

UN CORAZÓN LLENO DE SOLEDAD

 

En la tarde de ayer, tenía lugar la Santa Misión de la Hermandad de la Soledad.

Sin duda, la bella Dolorosa de Martínez Cerrillo ha centrado las miradas de cuantos la han visto caminar desde la Parroquia a las puertas del Colegio Poeta Molleja para celebrar la Eucaristía.

En la misma, D. Jeremías, nos ha invitado a cuidar nuestro corazón, nuestro templo, a no llenarnos de ruido y de cosas materiales; que no son capaces de acallar la soledad de muchas personas en la sociedad de hoy. Nos ha animado a ayudar al prójimo en esas soledades que llevan al ser humano a decisiones erróneas.

Tras las Santa Misa, el cortejo se ha dirigido por Grupos Escolares, Naranjo, Estrella y Nueva en las que los vecinos han decorado sus balcones y el cielo de sus calles con banderolas. Se han instalado varios altares al paso de la Virgen, que ha hecho una preciosa bajada por la estrecha calle del Hierro hacia la plaza.

La Agrupación de HH.CC. quiere agradecer el trabajo infatigable de la Hermandad de la Soledad. Gracias a la Policía Local y al Ilmo. Ayuntamiento de Villa del Río.

Que este año de Jubileo, llene nuestros corazones de la Esperanza en Cristo vivo y Resucitado.

COMUNICADO PARROQUIAL CONFIRMACIÓN