domingo, 31 de agosto de 2025

"CUANDO DES UN BANQUETE INVITA A POBRES, COJOS, LISIADOS Y CIEGOS"


Reflexión Evangelio del Domingo 31 de Agosto de 2025. 22º del Tiempo Ordinario

El Evangelio de este domingo nos sitúa en una escena aparentemente común: un banquete en casa de un fariseo. Jesús ha sido invitado, pero no es un invitado pasivo. Él observa, contempla las actitudes de quienes lo rodean y aprovecha la ocasión para enseñar. Lo que parece ser un simple momento social se convierte en una verdadera catequesis sobre los valores del Reino de Dios. Al ver cómo los invitados se disputan los primeros puestos, Jesús no critica de forma directa, sino que utiliza una parábola para confrontar un mal profundamente enraizado en el corazón humano: la búsqueda de prestigio, de reconocimiento, de poder. En contraste, Jesús propone la humildad como camino. En el Reino de Dios, nos dice, no valen las apariencias, los títulos ni los honores humanos; lo que realmente cuenta es el corazón dispuesto a servir, la vida entregada sin pretensiones. El verdadero reconocimiento no viene de la sociedad, sino de Dios, y Él lo otorga a quienes se hacen pequeños por amor.

Esta parábola, lejos de tratarse simplemente de buenos modales o normas de etiqueta, es una denuncia profunda de las estructuras sociales que privilegian a unos y marginan a otros. Jesús no está enseñando a aparentar humildad para conseguir beneficios, como si fuera una estrategia más para obtener honra. Está revelando la lógica de Dios, que es radicalmente distinta a la nuestra. La humildad que propone el Evangelio es una actitud interior, fruto de saberse amado gratuitamente por Dios. Es una forma de vivir, no de aparentar. Es el fruto de una libertad interior que no necesita imponerse ni demostrar su valor, porque se reconoce como hijo o hija de un Padre que ama sin condiciones. Esta humildad no es pasividad ni conformismo, sino fortaleza y lucidez: quien es humilde puede vivir sin depender de la aprobación ajena y puede ocupar cualquier lugar, incluso el más sencillo, con dignidad y paz.

En la segunda parte del Evangelio, Jesús da un paso aún más exigente. No solo pide no buscar los primeros puestos; ahora propone una forma de generosidad que rompe por completo con la lógica del intercambio. “Cuando des una comida, invita a los pobres, a los lisiados, a los cojos, a los ciegos…”. Es decir, invita a quienes no te pueden invitar de vuelta, a los que no tienen nada que ofrecerte a cambio. Esta enseñanza es profundamente revolucionaria, porque desmonta el modo en que solemos entender las relaciones humanas. Nos cuesta dar sin esperar algo: una palabra de gratitud, una devolución, una muestra de reconocimiento. Pero Jesús nos invita a dar por amor, por compasión, por justicia, sin condiciones. Es la gratuidad, la esencia del Evangelio. Así es como actúa Dios con nosotros: nos da sin que podamos merecerlo, nos ama sin esperar nada, nos invita a su banquete sin que tengamos con qué pagar.

Esta generosidad gratuita no es solo una ética del Reino, sino una anticipación escatológica. Nos muestra cómo será la mesa definitiva de Dios: abierta a todos, especialmente a los que no cuentan, a los que el mundo ignora. En este sentido, cada vez que vivimos esta lógica del Evangelio —cuando damos sin esperar, cuando acogemos sin juzgar, cuando compartimos con alegría lo que tenemos— estamos haciendo presente aquí y ahora el Reino de Dios. No es una utopía futura: es una realidad que comienza cuando decidimos actuar según el corazón de Cristo. Por eso, esta propuesta evangélica es también una invitación a revisar nuestras prácticas concretas: ¿a quién invitamos a nuestra mesa? ¿A quién abrimos nuestro tiempo, nuestros recursos, nuestra atención? ¿Solo a quienes nos resultan cómodos o útiles, o también a quienes no tienen cómo “devolvernos” el favor?

Lo que Jesús propone no es fácil. Requiere una conversión profunda, una mirada distinta, una forma nueva de habitar el mundo. Implica revisar nuestras intenciones más íntimas: ¿Por qué hago el bien? ¿Busco reconocimiento? ¿Me incomoda que no me agradezcan? ¿Puedo seguir dando cuando no soy valorado? Solo quien ha sido transformado por el amor de Dios puede responder con libertad y humildad a estas preguntas. Amar sin interés, servir sin ser visto, ocupar el último lugar con paz… solo es posible cuando dejamos que Dios transforme nuestro corazón. El Evangelio de hoy es una llamada a ese estilo de vida: a amar por amor, a servir por fe, a vivir como vivió Jesús.

Pidamos al Señor que nos conceda un corazón humilde, capaz de reconocer nuestras fragilidades sin miedo, y generoso, capaz de compartir sin reservas. Que podamos vivir desde la lógica del Reino, donde los últimos son los primeros y los invisibles son preferidos por Dios. Que no busquemos los primeros puestos, sino los lugares donde más se necesita amor. Que no demos para recibir, sino por la alegría de compartir. Solo así, nuestra vida será un reflejo del banquete eterno que Dios prepara para todos, especialmente para los que no cuentan a los ojos del mundo. Y cuando llegue el día de la resurrección de los justos, seremos bienaventurados no por lo que hayamos logrado, sino por lo que fuimos capaces de amar.

Preguntas:

¿En qué momentos de mi vida he buscado los primeros puestos por orgullo o vanidad, en lugar de servir desde el amor?

¿Soy capaz de dar y ayudar sin esperar agradecimientos, elogios ni recompensas?

¿A quién excluyo —consciente o inconscientemente— de mi mesa, de mi tiempo, o de mi atención?

¿Estoy dispuesto(a) a vivir según la lógica del Reino: desde la humildad, la gratuidad y el servicio?

sábado, 23 de agosto de 2025

"LA PUERTA ESTRECHA, PUERTA HACÍA LA VIDA"

 

Reflexión Evangelio Domingo 24 de Agosto de 2025. 21º del Tiempo Ordinario.

Enviaré

Al final del libro de Isaías se afirma claramente la voluntad salvífica universal de Dios. Israel no lo había tenido tan claro hasta ahora. Dios les ha escogido, como primicia, no para ser objeto exclusivo de la salvación sino como testigos de un Dios amoroso que tiende su mano a todos. El Israel que vuelve renovado del destierro es enviado a anunciar la gloria de Dios a las naciones, convocadas en Jerusalén, incluso aquellos pueblos lejanos que jamás oyeron hablar de Dios. Con ellos vendrán todos los hijos de Israel dispersos, como la ofrenda mejor de las naciones, para que juntos contemplen la gloria de Dios en su Templo santo de Jerusalén. Es una profecía de corte escatológico que mira a Dios como fin último de todo y al mundo entero dirigido hacia Él y hacia su morada de Jerusalén, para reconocerle y alabarle con todos los hijos e hijas de Israel. Sobre ellos y todas las naciones brillará la gloria maravillosa de Dios.

Id al mundo entero

Tras el mensaje de la primera lectura proclamamos el salmo 116, invitación universal a la alabanza divina, combinado con el mandato de Jesús como respuesta sálmica: “id al mundo entero y proclamad el Evangelio”. Es la misión de la Iglesia. Que no quede ningún confín de la tierra sin conocer la fidelidad de Dios y su firme misericordia.

Fortaleceos y robusteceos

La vida de seguimiento de Cristo, que lo es de anuncio de su salvación, exige una permanente puesta a punto, es decir, fortalecimiento y robustecimiento. El Señor se nos acerca y con amor nos corrige porque se interesa por nosotros, por nuestra madurez y crecimiento en la fe. Esa corrección produce “como fruto una vida honrada y paz”. Es necesario, para poder ser testigos fuertes y creíbles. Por ello el autor de la carta a los Hebreos, con una clara referencia al profeta Isaías, invita a fortalecer “las manos débiles”, robustecer “las rodillas vacilantes” y caminar por una senda llana, sin obstáculos que nos hagan tropezar en el seguimiento del Señor.

Entrar en el proyecto de Dios

En el texto evangélico de este domingo, vemos cómo Jesús se encamina hacia Jerusalén. Tiene clara la meta de su viaje. Allí consumará su entrega y su servicio de amor. Así nos salvará. Ese amor libera, salva y redime. Mientras tanto, Jesús va pasando por varias ciudades donde predica la buena nueva. Uno le interpela con una pregunta: “¿son pocos los que se salvan?” Jesús responde no con números sino indicando más bien cuál es el camino que lleva a la salvación, al que se accede por una “puerta estrecha”. Se trata de optar por Cristo. La puerta estrecha es Él y su seguimiento como nuevo proyecto de construcción del ser humano que le conduce a la Vida. Es el proyecto de Dios en Cristo para la humanidad, un proyecto de amor, servicio y entrega. Eso es lo que significa la “estrechez”.

La “puerta-Cristo” es “estrecha” porque él se dona, se da, se desvive con misericordia; no se mira a sí mismo, sino que constantemente se abre y se entrega. Este camino de descentramiento de uno mismo y de afianzamiento en el amor y la misericordia conduce a la Vida. Este camino de amor es el Reino de Dios, el proyecto de Dios, que realiza Jesús “puerta” y al que invita como camino seguro de salvación.

El egoísmo arruina la vida y es la expresión más clara del pecado. Que se lo digan al rico epulón. Es la perspectiva lucana del seguimiento de Jesús que se tiene que notar en pasos claros y en opciones claras de acuerdo a Él. El Cristo que sube a Jerusalén es el icono más claro de “kénosis”, vaciamiento, desprendimiento, entrega, servicio supremo, “estrechez” máxima para sí mismo en favor de los demás. Este proyecto se ofrece a todos sin prerrogativa ninguna de raza y mérito por eso, alguno demasiado seguro por su “cumpli-miento”, puede llevarse una sorpresa: “hay últimos que serán primeros y primeros que serán últimos”.

Los que opten por Cristo, sin ninguna reserva, viviendo desde el amor entregado, ciertamente se sitúan en primera línea. A todos se ofrece ese proyecto de Vida, a todos se ofrece la salvación. La cuestión sobre la salvación no está, pues, en cuántos sino en la decisión valiente de “cruzar la Puerta”.

Fray Juan Carlos González del Cerro O.P.

sábado, 9 de agosto de 2025

"ESTAD ATENTOS Y VIGILANTES"


Reflexión del Evangelio Domingo 10 de Agosto de 2025. 19º del Tiempo Ordinario.

Escuchar al Maestro y guardar en el corazón

En el evangelio de este domingo aparece, en boca de Pedro, algo que me parece interesante. Jesús, está hablando con los discípulos y más personas curiosas, necesitadas, buscadoras, inquietas, y, como es habitual, utiliza parábolas, una pedagogía que pretende que los que escuchan entiendan lo que se les está comunicando.

Parece que los discípulos se están enterando y Pedro, espontaneo, sin prejuicios, lanza una pregunta al Maestro: “Señor, dices esta parábola por nosotros o por todos?” (Lc 12,41). Nos hace pensar esta intervención de Pedro que parte de una diferencia “por nosotros o por todos”, que el hecho de pertenecer al grupo del Señor, de seguir al Maestro, ya tenemos todo ganado, somos los perfectos y, por el contrario, todos los demás tienen mucho camino, todavía, que recorrer.

También podemos pensar que Pedro está intuyendo que “a quién mucho se le dio mucho se le pedirá”. Sea lo que fuere, nos es útil pensar que no basta con llamarse cristiano, estar bautizado, “cumplir”. Todo eso tiene sentido, es un valor, cuando despertamos y estamos atentos y vigilantes, somos coherentes, veraces y servidores. Ser conscientes del por qué y el para qué de nuestra vida, de la importancia de los demás. Es un pecado, creerse perfecto y despreciar a los demás porque no hacen lo que yo hago, cómo “cumplo”… “Consejo vendo y para mi no tengo”.

Guardar en el corazón, es respeto, consideración, amor. Vigilemos la coherencia de nuestras obras, vigilemos donde ponemos nuestro corazón. Podría ser que nuestro corazón lo ponemos en lo importante que creo que “soy”, en un “ego” enorme, en lo mucho que “sé”, en lo mucho que “tengo”. Preguntémonos: ¿Dónde ponemos nuestro corazón?

Donde está vuestro tesoro está vuestro corazón

Todos y cada uno somos un “tesoro”, merecedores del respeto, del amor de unos para con los otros. El amor de Dios lo tenemos asegurado, la realidad de la Encarnación es consecuencia, se entiende y explica por el amor. En las parábolas que el texto de Lucas (c. 12) nos presenta, tienen sentido como un llamamiento a la propia responsabilidad. 

Otra parábola, protagonista el frigorífico: “Una familia de gente modesta hacía mucho tiempo que soñaba con un frigorífico. A precio de grandes sacrificios, logró comprarlo. La llegada del frigorífico a casa fue un gran acontecimiento. Se saludó como el nacimiento de un niño. Donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón. Todos los componentes de la familia pusieron su corazón en el frigorífico… Y el corazón de estos pobrecillos se volvió gélido, indiferente a los otros, evadido de los compromisos de solidaridad.” (J. Loew-J. Faizant)

Todos y cada uno somos un “tesoro”… todos y cada uno tenemos un tesoro que está escondido y hay que “trabajar” para descubrirlo. El tesoro es Dios que está en el corazón de cada una de sus criaturas. La búsqueda de Dios en el corazón de uno y la contemplación (mirar con amor) del prójimo como amados y, también, habitados por Dios. El Dios que Jesús nos presenta y que es don total, incondicional y permanente. 

En este “trabajo”: la búsqueda del tesoro, la confianza puesta en el que buscamos, la responsabilidad está motivada. Nada nos tiene que dar nuestro Creador, lo que somos y a lo que estamos llamados está dentro de nosotros. De ahí la importancia de la responsabilidad en cada uno de nuestros actos, sentimientos, proyectos… en los que los demás son importantes.

Estad atentos y vigilantes

Pero, ¿Cómo saber lo que se me dio? Buscar e indagar, estar vigilantes, salir del “dichoso yo” para poder crecer en consciencia.

Sin miedo, éste acobarda, asusta, limita. La pedagogía del miedo la utilizada los dictadores, los que se creen propietarios y van de poderosos.

Dios parte del Amor, del Don de la Gracia… confía en sus criaturas. Las palabras de Jesús no son amenazas, son palabras para despertar a lo que somos, a nuestra realidad.

Y la vida la tenemos que hacer desde lo que somos. Lo que somos lo vamos descubriendo en nuestro caminar por la vida y esta es la razón de la insistencia de estar vigilantes y atentos. Para no rendirse en esta vigilancia y atención precisamos de la esperanza.  Y la esperanza significa, se hace vida, cuando nos capacita para adaptarnos a situaciones imprevistas, somos agiles para las decisiones, sentido para la provisionalidad. “Tened ceñida la cintura y las lámparas encendidas” (Lc 12, 35).

“La esperanza cristiana no se basa en lo que Dios me dará, sino en que sea capaz de descubrir lo que Dios me está dando” (fr. Marcos)

Responsabilidad, capacidad de responder, esa capacidad no se manifiesta en el hecho de acumular, guardar, sino en la capacidad de interpretar lo que vivimos y aprender, conocernos mejor, y así dar respuestas nuevas a problemas y exigencias que ya no son de ayer.

¿Dónde ponemos nuestro corazón?

sábado, 2 de agosto de 2025

"SER RICOS ANTE DIOS"

Reflexión del Evangelio Domingo 3 de Agosto de 2025. 18º del Tiempo Ordinario

Las lecturas del XVIII domingo del tiempo ordinario nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con los bienes materiales.

En el Evangelio de hoy podemos distinguir dos momentos:

1. Una anécdota que da ocasión para introducir el tema: El disenso entre dos hermanos por el reparto de una herencia.

2. La parábola del rico necio o insensato.

Tanto la anécdota como la parábola se completan con una reflexión de Jesús sobre la confianza en Dios en el uso de los bienes temporales. Por razón de brevedad el leccionario presenta solamente la anécdota y la parábola.

La anécdota hace referencia a una controversia por una herencia: triste situación de enfrentamiento que se repite con frecuencia entre muchas familias.

El que acude a Jesús, seguramente el desfavorecido en el reparto de la herencia, pide su arbitraje en la controversia. Llama “maestro” a Jesús. Probablemente lo considera como uno de tantos rabinos, a los que, con frecuencia, se acudía, a falta de jueces, para resolver conflictos de este tipo.

Jesús se niega a mediar en la disputa y, como en otros casos en los que se pide su intervención, sitúa la cuestión en la raíz del problema. Jesús les contesta: “¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros? Guardaos de toda clase de codicia”. Jesús denuncia la actitud de los dos hermanos, que hacen de los bienes temporales lo primordial de su vida; ante los cuales ni siquiera se duda en denunciar al propio hermano.

Es importante señalar que la actitud de Jesús en la disputa no pretende establecer una norma general de actuación. Se trata de una situación concreta, que sirve de ocasión para la reflexión de Jesús sobre los bienes. En otras circunstancias, el cristiano podrá o, incluso deberá, intervenir.

Jesús les cuenta la parábola del rico insensato. En tiempos de Jesús en Galilea era frecuente el contraste entre terratenientes que aumentaban sus riquezas y bienestar frente a los campesinos que sufrían el hambre y la miseria. El protagonista de la parábola representa perfectamente este tipo de hacendados.

En la parábola el rico es presentado como un hombre solitario que vive encerrado en sí mismo y en sus pensamientos. Nadie aparece a su lado: ni amigos, ni familia, ni subordinados; nadie es digno de su atención o cuidado. En el centro de su vida su único interés es la acumulación y disfrute personal de sus bienes.

Con muy pocas palabras, el rico es presentado como un egoísta, exclusivamente preocupado sólo por sí mismo. Con su descripción queda sugerida perfectamente una actitud que convierte a la persona en un ser completamente solitario y aislado de los demás.

El único horizonte de este hombre es el disfrute puramente materialista: “come, bebe, banquetea alegremente”. Desgraciadamente, esta actitud ante la vida no es novedad. Ha sido el planteamiento de tantos a lo largo de la historia. Hoy, en la sociedad llamada del bienestar, caracterizada por el consumismo, con frecuencia es la única finalidad de muchos, que al mismo tiempo han desterrado de su vida cualquier referencia a los valores trascendentes.

La parábola presenta al rico un imprevisto que no había contemplado: “esta noche te van a reclamar el alma”. El rico es incapaz de considerar la posibilidad de la muerte inminente. Se podría decir que el afán por las riquezas le impide ver otras realidades. El afán de riquezas ciega: no deja ver el carácter efímero de la vida, ni otros ideales ni, por supuesto, la indigencia de personas, a las que seguramente se les podría auxiliar con los bienes propios.

La parábola ironiza: “¿de quién será lo que has acumulado?” Hace el mismo planteamiento que la lectura de Qohelet: “…tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado”. Con ello se quiere mostrar lo absurdo del esfuerzo y de la exclusiva preocupación por los bienes materiales, sin más horizonte que lo terrenal. Detrás de estas reflexiones hay una sabiduría de sentido común: nada dura para siempre; todo pasa. Y nada pueden las riquezas o los bienes materiales frente a la vida que termina en cualquier momento con la muerte.

No es que el evangelio desprecie los bienes materiales; El evangelio, lo mismo que el Eclesiastés, nos invita a relativizar los bienes materiales, frente otros valores más duraderos. Esa relativización se puede hacer extensiva a otros valores inmanentes que, con frecuencia, tienden a absolutizarse: el poder, el éxito, el placer, etc., pero incluso cosas buenas, como el propio bienestar, la salud y la cultura.

Tampoco se condena la previsión que podemos hacer con prudencia en nuestras vidas. Lo que se condena es la codicia, el afanarse por la acumulación de bienes, que muchas veces, ni siquiera se llegan a disfrutar.

En definitiva, la palabra condena 3 actitudes frente al dinero: Codicia, desear lo que tiene el otro; Avaricia, tener más y más; e Idolatría, asegurar la vida en los bienes materiales, absolutizar.

Pero Jesús, que hace suyas estas consideraciones de sabiduría popular sobre la fugacidad de la vida, va más allá: “esta noche te van a reclamar el alma”. Jesús introduce nuestra necesaria comparecencia ante Dios en el momento de la muerte. Por eso, la perspectiva que Jesús presenta no es solamente la vida terrenal, sino la vida eterna. Se trata de buscar “los bienes de arriba, no los de la tierra”, en palabras de la segunda lectura.

Por ello, la parábola termina invitando a ser rico ante Dios y no atesorar exclusivamente para sí. ¿Qué es ser rico ante Dios?: En primer lugar, poner a Dios por encima de los bienes materiales (buscar los valores duraderos): “Buscad el Reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura”, dirá Jesús en la reflexión posterior; y, en segundo lugar, emplear bien el dinero en auxiliar a los necesitados y hacer el bien a los demás.

Nosotros en la sociedad que llamamos del bienestar, con el consumismo que la caracteriza, ¿sabemos relativizar los bienes materiales? ¿Sabemos poner a Dios y al prójimo por encima?

sábado, 26 de julio de 2025

"SEÑOR, ENSÉÑANOS A ORAR"


Reflexión Evangelio Domingo 27 de Julio de 2025. 17º del Tiempo Ordinario

Comentar lo que hemos proclamado aparentemente no es muy complicado, sin embargo, que llegue a nuestra mente y a nuestro corazón ya es otra cosa. Nos centramos en la celebración Eucarística con todo lo que ello implica. Para explicarme me pareció buena pista lo que en una celebración dijo un sacerdote: vamos a cargar la batería y de ahí sacaremos la energía que necesitamos para iluminar nuestros caminos.

Literalmente homilía significa “explicación”; viene del griego. Pero ello es poco para el que busca en la Palabra de Dios su crecimiento espiritual, dando sentido a su vida y tomando a Jesucristo como Maestro. Cuidar una buena lectura: clara y sugestiva.

Para hoy algo que llama la atención, uno de los temas es la oración, pues Jesús estaba orando. Lo hacía con tanta frecuencia que los apóstoles se sienten inclinados a pedir al Maestro que les enseñe a orar. Pensemos que la oración de Jesús es la expresión de Comunión con el Padre. Con mucha frecuencia los Evangelios hacen referencia a este comportamiento de Jesús. Hoy es uno de ellos y a él nos vamos a referir. En la lectura del Evangelio uno de los discípulos le dice: “Señor enséñanos a orar”.

Comencemos haciendo la misma petición, y tenerla presente cuantas veces sea necesario. Llegar a gustar de la comunicación a estos niveles y disfrutar del Plan Salvífico es verdaderamente transformante.

Lo primero que hace Jesús Maestro es enseñarles el Padre Nuestro. Cuando lo recitemos comunitariamente poco antes de la Comunión no caigamos en la fatídica rutina.

Los Evangelios contienen también principios morales; pero esos principios tienen alma y ahí está precisamente el centro de la Comunión con Jesús y con los hermanos.

Un punto clave del Padre nuestro es la súplica con la queremos entrar en Comunión: “perdónanos como nosotros perdonamos”… Tal vez (perdón si me excedo) aquí está la sinrazón por la que no se nos concede lo que pedimos: nosotros no sabemos perdonar…

Pensemos: cómo puede dejarnos nuestro Padre un espíritu en paz y tranquilidad sin profundizar la experiencia del perdón. Cuando leemos las experiencias de los santos al respecto creo que lo que más asombra es la humildad y la conversión consiguiente, capacitados para superar “cualquier inoportuno”… Entonces sí: “pedid, buscad y se os abrirá”; “vuestro Padre os dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan…” Tenemos interés en este plan?… Jesús en lo alto de la Cruz decía: “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.

martes, 22 de julio de 2025

SOLEMNIDAD DE SANTA Mª MAGDALENA

 
¡Felicidades a la mujer que que anunció, valiente, la Resurrección de Cristo!

domingo, 20 de julio de 2025

"ANDAS INQUIETA Y PREOCUPADA CON MUCHAS COSAS"


Reflexión Evangelio Domingo 20 de Julio de 2025. 16º del Tiempo Ordinario.

Promesas de Vida

Abrahán creyó a Dios y sus promesas de vida – cuenta las estrellas del cielo y los granos de arena de las playas, y así será tu descendencia...- aun cuando no hubiera tenido pruebas prácticas de esas promesas. La fe es algo así, creer que el plan y el proyecto de Dios para los seres humanos es siempre una fuente de existencia plena, de vida en abundancia... aunque a veces no tengamos más pruebas que la confianza en el Amor de Dios por cada uno. Bajo la encina de Mambré y con la promesa del hijo que esperaba con Sara, comienzan a hacerse realidad. Como la venida de Cristo, el Hijo que nos nace, es la fuente de la vida en abundancia.

Hay una lectura de este pasaje que se hace como la experiencia de una teofanía, un encuentro directo con Dios que nos revela su ser, sus planes, sus proyectos y su plenitud. Abrahán y Sara se encuentran con Dios mismo Trinidad. No es que hagan nada ni que ellos lo busquen, es el mismo Dios el que en su amor decide salir a su encuentro, y como todo texto de la escritura, nos recuerda que es siempre Él quien sale a nuestro encuentro por puro y gratuito amor para traernos Vida en abundancia.

La esperanza de la gloria

Pablo recuerda a los Colosenses cuál es el centro de la misión que Dios le encargó y con ello nos recuerda a todos los creyentes la paradoja central de la vida del cristiano: sólo dando vida, sólo llenando de vida la vida de los otros, es como se llena realmente nuestra vida de vida. Frente a un bombardeo constante cultural actual de autoreferencialidad y egoísmo como claves de plenitud de la existencia --preocúpate de ti mismo, autocuidado, consumo de experiencias, tener todo lo que te hace la vida cómoda...- el mensaje del Evangelio de Jesucristo se percibe de una contraculturalidad pasmosa.

La plenitud de la existencia está en gastar la vida llevando el mensaje del amor, la esperanza y la fe a otros, para que descubran la fuente de la verdadera vida: la de la promesa de la gloria que nos hace Dios. Y aunque ese “gastar” suponga sufrimientos y dolores, padecimientos y trabajos, esfuerzos y penurias, como vivió Pablo en su misión por amor y como estamos llamados los cristianos a vivir... La vida de fe es una vida de esfuerzo.

Demasiadas veces ya se nos ha contado que la felicidad y la comodidad son el por qué de la vida, y aunque en cierto sentido es real, aunque en su objetivo último eso es verdad, los medios para alcanzarlo son los que con frecuencia nos confunden. La felicidad no es una ataraxia que evita las dificultades. La felicidad pasa por la plenitud del sentido, del por qué y para qué estamos aquí. Por eso la paradoja central del cristianismo: gastando la vida, negándose a si mismo, olvidándose de uno para que sean los otros, sus necesidades, su realidad, la que ocupen nuestro foco, nuestra atención, nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, eso, es la plasmación real del amor.

El mensaje evangélico del amor no es sin más una emoción y un sentimiento, tiene un componente místico en su comprensión, en su plasmación práctica, que es realmente lo que lo significa. Amar no es sin más sentir, es vivir de una determinada manera. Y eso es lo que Jesús en el Evangelio les recuerda a Marta y María.

Solo una cosa es necesaria

¿Se puede vivir entregando la vida a los demás sin medida, gastándose por otros, amando hasta el extremo? ¿De dónde se sacan las fuerzas para vivir así? En cada pasaje del evangelio en el que Jesús tiene que hacer algo significativo, se nos cuenta que primero se retira a orar, a estar a solas con el Padre, a escucharle y dejarse envolver por el abrazo de amor del Espíritu. Y así es como hay que leer este pasaje de Marta y María.

Demasiadas veces en la historia de la espiritualidad se ha leído como una contraposición entre la vida activa --Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas cuando solo una es necesaria— y la vida contemplativa --María, ha escogido la parte mejor, y no le será quitada—cuando quizás la clave de lectura adecuada es la de pensar que un activismo sin experiencia profunda de Dios, sin teofanía, sin escucha del Verbo, sin la memoria constante de la presencia de Cristo en nuestra vida, es afán vacío.

No critica el Señor a Marta porque sirva en mil y una actividades, lo que le critica es que se olvide de escucharle, de encontrarse con Él, de priorizar el estar a mil cosas y olvidarse de la única necesaria para nutrirse: su palabra y su presencia. Sólo desde un trato constante y cotidiano, la oración, la celebración, los sacramentos, la vida de la comunidad, la pertenencia a la Iglesia, es posible gastar la vida, entregarla a los demás, servirles con el amor que llena la existencia.

¿Cómo nutro mi vida cristiana, cómo la alimento y la sostengo? ¿Me dejo encontrar por Dios que está buscando salir a mi encuentro para llenarme de promesas de vida? ¿Me fío de que su Palabra es mayor que mis anhelos, mis expectativas y esperanzas? ¿Soy capaz de aceptar quebrantos y sufrimientos por amor a Dios y a los demás?

viernes, 18 de julio de 2025

BESAMANOS A LA VIRGEN DEL CARMEN

 

20 de Julio. Tras la Santa Misa de 12 y 8'30 de la tarde.

Capilla del Señor de la Humildad. Iglesia Parroquial.

lunes, 14 de julio de 2025

SANTA Mª MAGDALENA TESTIMONIO DE AMOR EN EL JUBILEO

 

En la tarde del pasado sábado 12 de Julio, la Hermandad de la Magdalena realizaba su salida con motivo de la Santa Misión que las Hermandades y Cofradías de Villa del Río están llevando a cabo como motivo del Jubileo.

Muy puntual, la Hermandad abrió las puertas de la vieja capilla de Jesús, todo evocaba tiempos pasados, romero y juncia en el suelo, guirnaldas de lentisco en la fachada y un buen gusto que ya preavisaba que sería una tarde llena de momentos plenos de espiritualidad, alegría y fe.

El cortejo estuvo encabezado por la bella Cruz Parroquial y miembros de la Asociación contra el Cáncer, entidad con la que la Hermandad colabora de manera muy estrecha, posteriormente, los hermanos de luz, que alumbraron el camino hasta la parihuela donde fue portada la Sagrada Titular. Con el repicar de campanas, la imagen de Santa Mª Magdalena cruzó el umbral de la puerta y fue recorriendo la calles engalanadas con el amor y el cariño de los vecinos y un esfuerzo titánico de la Cofradía. La música estuvo a cargo de la Banda de Música de la A.M. Puente Romano y el Coro Parroquial.
Durante el recorrido niños y niñas vestidos de ángeles mostraron las virtudes de la "Apóstol de los apóstoles", dando sentido a esta misión a la barriada de la Plaza de España.
Llegó al lugar que ya estaba repleto de fieles y se celebró la Santa Misa en un ambiente de recogimiento y alegría. Vecinos en los balcones, incluso sentados en sillas en las puertas de sus casas, agradecieron la visita de esta Hermandad a su barrio. En la Eucaristía se vivieron momentos muy emotivos.

Ya concluida, el cortejo se dirigió a la calle Miguel de Cervantes, y en la travesía, una traca de fuegos recibió a la imagen que se encaminó por Caballeros, bordeando la Plaza de España dirigiéndose a la capilla por Antonio Machado.
La Agrupación de HH.CC. de Semana Santa de Villa del Río quiere mostrar su felicitación y agradecimiento a la Hermandad de Santa Mª Magdalena por el esfuerzo económico y humano realizado. Por su saber hacer, y por ser ejemplo de entusiasmo y de entrega a su Sagrada Titular... siendo "Peregrinos de la Esperanza" en Cristo.
Nuestro agradecimiento también a la vecindad y al Ilmo. Ayuntamiento de Villa del Río por su colaboración.

sábado, 12 de julio de 2025

"HAZ ESTO Y TENDRÁS LA VIDA"

Reflexión Evangelio 13 de Julio de 2025. 15º del Tiempo Ordinario.

En tiempo de Jesús se discutía a cerca del orden a establecer en los mandamientos.

Jesús remite a las fuentes. Hay un mandamiento que se desdobla en dos y que resume toda la ley y toda la predicación profética: no es posible amar a Dios, al que no se ve, si no se ama al hombre al que se ve.

El auténtico amor de Dios empuja al amor de su imagen viva que es el hombre y el amor del hombre hasta dar la vida por él, si fuera necesario es la señal más auténtica y creíble del amor a Dios.

El prójimo es cualquier persona necesitada de ayuda o simplemente de compañía, solidaridad o comprensión.

Jesús, entiende por prójimo cualquier persona, imagen y semejanza de Dios.

El relato del buen samaritano, nos presenta uno de los rasgos más importantes de lo que hay que entender para llevar la ley a su plenitud y cumplimiento: que la misericordia está por encima del culto.

Hoy como ayer, es necesario volver la mirada al comportamiento de Jesús.

HOY SÁBADO...

 

sábado, 5 de julio de 2025

"DESCANSARÁ SOBRE ELLOS VUESTRA PAZ"


Reflexión Evangelio del Domingo 6 de Julio de 2025. 14º del Tiempo Ordinario.

Acabamos de escuchar cómo san Lucas se esfuerza en mostrar que Jesús envió a sus setenta y dos discípulos a hacer físicamente presente el Evangelio en este mundo por medio de su trato fraterno, transmitiendo a todos la paz que procede de Dios. A los setenta y dos no les habla de predicar en las plazas y las encrucijadas, sino de hospedarse en los hogares para convivir con las familias, comiendo lo que en ellas se come, sin pedir nada especial. Es así, con el trato fraterno y cercano como mejor se comunica la paz evangélica.

Podemos ver que Jesús envió a sus discípulos como mediadores suyos, pues les envió a hacer lo mismo que Él hacía, ya que se mezclaba con la gente y no tenía reparos en comer y beber lo que le servían. Jesús hacía presente el Reino de Dios en el núcleo más íntimo de las familias, haciéndolas ver que lo que Él predicaba no eran meras palabras bonitas, sino algo muy real que cambiaba la vida de los que le escuchaban y le acogían con un corazón dócil y abierto.

Pues bien, las tres lecturas que acabamos de escuchar hablan de esto último: de la paz divina que va asociada a la vivencia compartida del Evangelio.

El profeta Isaías habla a los israelitas que han regresado a Jerusalén tras el exilio en Babilonia, en el siglo VI a.C. Lo hace con palabras llenas de esperanza, pues en esos tiempos Jerusalén estaba en ruinas a causa de que había estado ocupada poco antes por los babilonios y éstos la habían destruido a conciencia. Les dice que Jerusalén se convertirá en una ciudad próspera y acogedora, donde los peregrinos podrán experimentar la paz divina teniendo un contacto íntimo con Dios. Dice concretamente: «como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo» (Is 66,13). Es la sensación de cariño y dulzura que uno siente en su interior cuando ha alcanzado una profunda unión con Dios. Eso es lo que los peregrinos experimentarán en Jerusalén cuando sea reconstruida.

La lectura de san Pablo corresponde al final de la carta a los Gálatas. En ella también nos habla de la paz divina. No es la paz de autocomplacencia que ofrecían los diversos movimientos religiosos y filosóficos que abundaban por entonces en el mundo grecorromano, sino la auténtica paz que brota de nuestro íntimo contacto con Dios en nuestro corazón, cuando somos coherentes con el Evangelio.

Por desgracia, ahora también abundan movimientos espirituales no cristianos que ofrecen la efímera paz que proporciona experimentar la armonía interior. No se trata de algo realmente espiritual, pues esa paz no procede de Dios sino que es fruto de ejercicios físicos y psicológicos de relajación. Podemos encontrar fácilmente dichos ejercicios buscando en Internet. Se trata de una falsa espiritualidad egoísta que busca la felicidad de uno mismo, no la felicidad de los que nos rodean.

Ciertamente, no es fácil alcanzar la verdadera paz que procede de Dios. Pues para lograrla Dios nos pide que renunciemos a todo aquello que nos aleja de Él. Y, sobre todo, nos pide que nos sacrifiquemos por los demás. Y eso es muy duro. No en vano se trata del camino de la cruz, del cual nos habla san Pablo. Nos dice: «La paz y la misericordia de Dios vengan sobre todos los que se ajustan a esta norma» (Gal 6,16), haciendo referencia a «la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo» (Gal 6,14).

Es la gran paradoja de la espiritualidad cristiana: quien se busca a sí mismo, y su propia paz, se pierde, porque no haya más que eso, su propia paz. Pero quien se niega a sí mismo y acepta seguir el duro camino del Evangelio, entonces encuentra la paz de Dios. Ésta es una experiencia tan grande, nos hace sentir tan bien, que, como ya hemos comentado, a Isaías le recuerda al cariño de su madre, cuando él era pequeño.

En definitiva, las lecturas de hoy nos animan a vivir el Evangelio en la vida cotidiana, en nuestro hogar y en los hogares que visitemos. Como hicieron los setenta y dos discípulos, siguiendo el mandato de Jesús, compartamos con otros la paz que Dios nos transmite en lo hondo de nuestro corazón. Solo así seremos realmente felices y, sobre todo, haremos felices a los demás.

sábado, 28 de junio de 2025

"TU ERES EL MESÍAS, EL HIJO DE DIOS VIVO"

 

Reflexión Evangelio Domingo 29 de Junio de 2025. Solemnidad de San Pedro y San Pablo

Descubrimos en Pedro y Pablo la misma y rotunda confesión de fe en el Señor Jesucristo. Sus vidas demuestran lo determinante y absoluto que el Señor fue para ellos. Vivieron por Él y para Él. Sin temor, sin nada ni nadie que pudiera arrebatarles esta plenitud existencial de Cristo Jesús en ellos. Ambos sabían bien de quién se habían fiado.

En verdad nuestra fe es confianza en el inabarcable Misterio de Dios. Ellos se fiaron de su Maestro. Pedro desde el privilegio de compartir vida e historia con Él. Pablo desde la experiencia impactante y radical de quien se le impuso en lo más íntimo de su ser como Señor, Vida y Salvación.

Esta confianza sin fisuras interroga, y reclama respuesta, sobre cómo es en cada uno de nosotros la confianza en el Señor, particularmente cuando la vida nos presenta su rostro más áspero y amargo.

“El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su Reino del cielo”

Le expresa San Pablo a Timoteo en su segunda carta. Qué hermosa e inquebrantable confianza la de Pablo. Fue tan misteriosamente intenso su encuentro con el Señor Resucitado, que todo su ser quedó concentrado en Él. No temió peligro alguno, ni ultrajes, ni inconvenientes por su causa. Su ímpetu evangelizador sigue despertando el asombro en cualquiera que se acerque a su biografía; al contenido de sus cartas; a la confesión de sus sentimientos más profundos, que le hicieron exclamar: “Para mi la vida es Cristo. Y una ganancia el morir. Y todo lo estimo material de desecho con tal de tener a Cristo”.

¿Es así de plena la presencia del Señor en nosotros, capacitándonos para relativizar cualquier otra realidad por atractiva que nos pueda resultar? ¿Es el don de su salvación el que ilumina la realidad de nuestro ser, de nuestro vivir y de nuestro obrar; también de nuestro morir y regreso al Amor que nos originó?

“Mientras Pedro estaba en la cárcel bien custodiado, la Iglesia oraba insistentemente a Dios por él”

Nos relata la primera lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles. Me ha parecido tan hermoso este apunte, que no puedo por menos de ofrecérselo para su consideración. Hace apenas unas semanas hemos estado tan pendientes de la despedida del Papa Francisco y de la elección del nuevo Pontífice, el Papa León XIV. El interés mostrado por los diversos medios de comunicación ha contribuido, no poco, a esta expectación a escala mundial. Hoy, que hemos vuelto a la normalidad en la vida de la Iglesia, este interés de los primeros cristianos por la situación de Pedro ha de mantenernos también a nosotros atentos en la comunión y en la intercesión por su actual sucesor al frente del Pueblo de Dios.

Quisiéramos vibrar siempre en oración por las necesidades y proyectos del sucesor de Pedro, para que sea siempre fiel a su servicio de guiar a la Iglesia por la Verdad y la Unidad, realidades tan queridas por el Señor Jesucristo.

Cabría preguntarnos si es así nuestro interés y súplicas por el sucesor de Pedro al frente de la Iglesia, como el que mostraron nuestros hermanos en la fe en el inicio del caminar de la comunidad creyente cristiana por la historia en un contexto de incomprensión y hostilidad que, de alguna manera, siguen también presentes en no pocos lugares en el momento presente.

El servicio de Pedro de fidelidad al Señor y de comunión con Él y entre cuantos creemos en su Nombre, y el ímpetu evangelizador de Pablo, infatigable hasta desgastarse por Cristo, sean para nosotros, y para nuestros días, dos grandes acicates en nuestro compromiso cristiano.

Que inspirados por Pedro y Pablo, roca y fuego de Cristo, nos conceda el Señor mantener de forma plena nuestra confianza en Él, y buscar caminos y actuaciones para darle a conocer en el mundo de hoy.

lunes, 23 de junio de 2025

SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI

 En el día de ayer celebramos la Solemnidad del Corpus y la bella Custodia de Damián de castro, joya por excelencia del patrimonio de nuestra Parroquia, recorrió las calles de nuestro pueblo portando a Dios vivo en la Eucaristía. 
Niños por la calle Juan de la Cruz adornada por los vecinos.
Queremos dar las gracias a todo Villa del Río: vecinos, Hermandades y Cofradías, padres y madres, niños de comunión, catequistas y entidades locales e Ilmo. Ayuntamiento por su participación y colaboración en este día grande para la comunidad cristiana.
Altar de los Vecinos de la Calle Juan Ramón Jiménez
Altar de la Franciscana Hermandad de la Humildad

Altar de la Hermandad de Santa María Magdalena

Altar de la Muy Antigua Hermandad del Nazareno

Representación de Hermandades y Cofradías.

¡ALABADO SEA JESÚS SACRAMENTADO!

sábado, 21 de junio de 2025

"LOS PARTIÓ Y SE LOS IBA DANDO"

 

Reflexión Evangelio Domingo 22 de Junio de 2025. Solemnidad del Corpus Christi

Hoy, en la celebración del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, se nos invita a profundizar en lo que significa en nuestra vida como creyentes el cuerpo de Cristo entregado y la sangre de Cristo derramada y la llamada a hacer memoria de este acontecimiento en la eucaristía y en nuestra cotidianidad.

Celebrar el cuerpo y la sangre de Cristo es celebrar su vida, su entrega, su muerte y su resurrección. Es celebrar la vida entregada para que todas las personas tuvieran vida. Eso es lo que Jesús hizo durante todo el tiempo en el que estuvo entre nosotros, acercarse al que estaba caído para que se levantara de su postración: dio de comer al hambriento, sanó al herido, abrazó al excluido, acogió al marginado y apartado, reconoció a las mujeres y las llamó por su nombre, como a María Magdalena. En definitiva, puso vida allí donde había muerte. Y no se conformó con lo mínimo, sino que dio todo y se dio por entero, entregando su propia vida para la vida de todos. Y la resurrección es el sí del Padre a lo que fue la vida de Jesús. En la resurrección, el último obstáculo para la vida que es la muerte misma queda vencida. En la resurrección ya no hay muerte, solo vida.

 

Pero no podemos olvidar que Jesús nos invita a repetir este gesto en cada eucaristía: “Haced esto en memoria mía”. Estamos llamados a llevar a nuestra vida lo que fue la vida de Jesús. Estamos invitados a vivir desde la entrega y el servicio, y lo hemos de llevar a cabo en nuestra cotidianidad, allí donde nos encontramos: en nuestras casas, en nuestros trabajos, en nuestros barrios, en nuestras ciudades. Estamos llamados a hacerlo con los de cerca y también con los de lejos. Esto también lo vemos en ese gesto que repetimos en cada jueves santo cuando realizamos el lavatorio. Él nos dice: “Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.” Esta es la llamada y la invitación: hacer realidad el mandamiento del amor, haciéndolo realidad por medio de las obras.

Y, como podemos ver en el evangelio, en este darse y entregarse, en este amor no hay acepción de personas. Estamos llamados a entregarnos a todo aquel que nos necesita, como hizo Jesús. Él dio de comer su pan a todos los que se encontraban allí escuchándole: ¿Cómo vamos a dar de comer a todos, se preguntarían los discípulos, si son unos cinco mil? No miró si eran buenos o malos, justos o injustos. Tenían hambre y les dio de comer. No miró si estaban bien o mal vestidos, o si parecían pobres o ricos. Tenían hambre y les dio de comer. No miró cómo vivían su religiosidad o su ciudadanía, si eran saduceos, fariseos, zelotes, gente del pueblo. Tenían hambre y les dio de comer. ¡Cuántas discriminaciones hacemos nosotros ahora! Si son o no de los nuestros, si tienen o no nuestro mismo modo de pensar, si son de derechas o de izquierdas, si son conservadores o progresistas. Nosotros construimos muros que nos separan mientras que Jesús construye puentes que nos unen. Nos olvidamos que todos nos necesitamos para construir una sociedad en la que todos tengan sitio.

¡Y qué importante es crear vínculos para que esta entrega, este darse a todos sea posible! Cuando en el evangelio dice que los mandó sentarse formando grupos de unos cincuenta cada uno, me gusta pensar que esto lo hace no solo para que sea más fácil el reparto, sino porque en grupos pequeños es más fácil poder crear vínculos que nos ayuden a superar las barreras que nos dividen y a crecer en fraternidad. Además, estos pequeños grupos, que podrían ser la familia, las comunidades religiosas, las comunidades parroquiales u otros posibles, nos tendrían que ayudar, como pequeñas escuelas, a aprender e vivir unidos en la diversidad, a superar los conflictos por medio del diálogo, a caminar juntos buscando la unanimidad, etc. Nos tendrían que ayudar a caminar juntos con nuestras diferencias.

Lo mejor de todo es que nos deja su cuerpo y su sangre para que no nos sintamos solos en nuestro camino y para que nos ayude a llevar a nuestra propia vida lo que fue su vida. El momento mismo de la comunión lo significa: Llevar a nuestro propio cuerpo el cuerpo de Cristo para que estando con nosotros le dejemos crecer en nuestra propia vida, conformándonos y configurándonos con Él. Para ello tendremos que vaciarnos primero de todo aquello que no le deje sitio en cada uno de nosotros, nuestras faltas de amor hacia nosotros mismos, hacia los demás y hacia la creación, para que así Él pueda crecer en nosotros. Entonces seremos sus testigos.